
¿Nos sustituirá la inteligencia artificial? Un nuevo orden laboral y educativo en camino
Desde la irrupción de ChatGPT y otras herramientas similares, la pregunta ya no es si la inteligencia artificial (IA) cambiará nuestras vidas, sino en qué medida y con cuales consecuencias.
Aunque muchos expertos insisten en que la IA es solo una herramienta para potenciar el trabajo humano, la realidad que se impone muestra un panorama distinto, uno en el que la tecnología comienza a desplazar al ser humano, no solo en labores operativas, sino también en terrenos más complejos como la educación y la creatividad.
Dos ejemplos recientes lo evidencian de manera clara: Duolingo y H&M. La primera, una plataforma que inició con el propósito de enseñar idiomas de forma lúdica, anunció recientemente una reestructuración que prioriza el uso de IA sobre su plantilla humana. Su CEO, Luis von Ahn, justificó esta medida alegando mejoras en productividad y agilidad.
Por su parte, la cadena de moda sueca H&M ha optado por modelos digitales generados por IA, eliminando la necesidad de contratar modelos humanos para sus campañas.
La promesa aquí es eficiencia, reducción de costos y un control total sobre la imagen, pero esto plantea preguntas incómodas: ¿Qué pasa con la identidad de esas personas digitalizadas? ¿Dónde quedan los límites éticos? El uso de “gemelos digitales” es apenas la punta del iceberg en una industria cada vez más tentada a prescindir de lo humano.
Ambos casos son señales de un cambio más profundo que apunta al surgimiento de un nuevo orden laboral, donde la tecnología no solo asiste, sino que reemplaza. Contrario a lo que pudiera pensarse, este fenómeno no se detiene en la industria del entretenimiento o el comercio, sino que también toca a la educación, uno de los pilares fundamentales de la sociedad.
Luis von Ahn ha sido particularmente vocal en este aspecto: según él, no hay nada que una computadora no pueda enseñar, con la ventaja crucial de que personaliza la experiencia de cada estudiante a una escala que sería imposible para el personal docente humano. ¿Es deseable una educación completamente en manos de una máquina? Aunque von Ahn admite que seguirán siendo necesarios los maestros, al menos como cuidadores o guías, la dirección que toma su empresa parece sugerir lo contrario.
Si bien la IA puede optimizar y escalar la enseñanza, reemplazar completamente al factor humano es una decisión riesgosa, no solo por las fallas técnicas o sesgos presentes en los modelos de IA, sino por una razón más profunda: todo lo que estas herramientas saben y hacen ha sido, hasta ahora, alimentado por conocimiento humano.
¿Qué ocurrirá cuando dejemos de producir contenido original y simplemente reciclemos información generada por la propia IA? Llegados ahí, entraremos en un círculo vicioso de empobrecimiento intelectual, una dependencia que puede llegar a ser autodestructiva.
A todo esto, no puede pasarse por alto la dimensión económica. En el sistema actual, la mayoría de las personas necesita trabajar para sobrevivir.
Si las empresas deciden sustituir trabajadores humanos por IA en nombre de la eficiencia, ¿cómo se sostendrá la estructura económica? Esta es la preocupación que ha provocado ansiedad entre empleados de Duolingo y ha generado debates similares en otros sectores.
Vista la reacción adversa, von Ahn tuvo que salir a aclarar su posición, pero el daño ya estaba hecho: el temor a una deshumanización del trabajo y la educación es real y está creciendo.
En última instancia, lo que está en juego no es solo el futuro del empleo o la forma en que aprendemos, sino el papel del ser humano en una sociedad cada vez más automatizada.
La amenaza no es la tecnología en sí, sino la forma en que decidimos usarla, porque si dejamos que la lógica de la eficiencia se imponga sin límites, podríamos terminar construyendo un mundo en el que simplemente no habrá espacio para nosotros.
La pregunta ya no es si estamos listos para convivir con la inteligencia artificial, sino si estamos dispuestos a definir con claridad qué lugar queremos ocupar frente a ella. Si no lo hacemos ahora, podríamos despertar en un mundo donde ya no tengamos la opción.
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