No porque algo se haga viral hay que unirse a la ola

24-05-2023
Ciencia, Tecnología e Innovación
Ojalá, República Dominicana
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En el entorno online, algunas cosas no cambian, y es el caso de la viralidad, fenómeno que no pasa de moda por más que se demuestre su alto grado de artificialidad.

A ver, ¿cómo se vuelve algo viral? Por muchos años, responder a esta pregunta se volvió una especie de santo grial a lo interno de agencias creativas y de publicidad a lo largo del mundo. 

Diez años atrás, cuando los blogs todavía eran una pieza relevante y las redes se posicionaban como un un recurso poderoso para amplificar el mensaje y llegar a más gente de manera más efectiva, existía la creencia de que lo viral era algo espontáneo. 

En algunos casos muy contados, lo viral es una respuesta espontánea del público online, y suele ocurrir que su desarrollo y desempeño es muy diferente al de la viralidad manipulada artificialmente por algoritmos, ejércitos de bots y demás mañas ampliamente documentadas.

Aún cuando se sabe que lo viral no pasa de ser un cuento, sigue habiendo el interés de replicar el fenómeno o, en el mejor de los casos, subirse a alguna ola de viralidad creada por un tercero para al menos sacar algún provecho de manera indirecta. 

Ejemplos de aprovechar la viralidad de terceros abundan, a veces con resultados desastrosos por una ejecución torpe y apresurada de marcas que, de entrada, no destacan por hacer un uso inteligente, estratégico o estético de las redes sociales. 

No todas las tendencias se aprovechan, y no siempre la viralidad del momento se acoplará a la marca que se esté manejando, pero ocurre que a veces, por el famoso FOMO (fear of missing out) y por querer “estar en la cosa”, se fuerzan estas cosas. El resultado es, en ocasiones, risible: otros simplemente provocan pena y vergüenza ajena. 

Un ejemplo reciente se dio esta semana a propósito del caso de una falsa doctora denunciada por una periodista de investigación. 

Como el caso involucraba títulos falsos, empezó la gente en redes a presentar sus títulos profesionales, algunos en serio, otros, no. Una universidad, aprovechando la tendencia, se sumó a la ola, llamando a obtener títulos de manera legal para evitar ser sorprendidos por la periodista.

La publicación quiso pasar por graciosa, pero le salió el tiro por la culata, tal como se evidencia en este tuit.