La viralidad sigue causando estragos
No hay duda de que vivimos tiempos muy enrarecidos, donde gente sin ningún mérito o criterio, pero con mucho carisma, logra no solo vender sueños, sino llevar caos y disrupción a cada rincón imaginable.
Estas personas, que a veces se hacen llamar influencers pero que en realidad asumen muchas identidades, tienen el don de saber comunicar y actuar de una manera que llegan directamente a los grupos que se proponen conquistar.
Así, por ejemplo, las redes sociales están llenas de videos -cortos y largos- protagonizados por personas que hablan con propiedad, exhibiendo una seguridad envidiable, de temas de los que realmente no saben nada.
Es así como abundan en TikTok, Instagram, Facebook y demás redes consejos cuestionables sobre salud, belleza, bienestar y moda. Peor aún, abundan las teorías de conspiración y los comentarios diseñados para lavar cerebros o, al menos, influenciar un cambio de opinión.
No se sabe a ciencia cierta lo que hay detrás de estos casos. Algunos hacen estos videos porque pueden, porque quieren aprovechar las plataformas y dar a conocer su mensaje y sus creencias. Otros lo hacen atendiendo a intereses particulares, a menudo por paga, y un grupo más simplemente busca fama y reconocimiento.
La viralidad, que antes era un fenómeno altamente buscado para crear sensación en las redes e impulsar ventas, reconocimiento y alcance, ha demostrado ser muy dañina con el paso del tiempo.
La viralidad es lo que explica el éxito de los absurdos retos o challenges que cada cierto tiempo causan estragos en redes sociales y en la vida real. Es también lo que ha llevado a mucha gente a pagar las consecuencias al seguir consejos y recetas que no está probadas o científicamente avaladas.
Este fenómeno es tan invasivo que ni Wall Street se salva: ahí está GameStop sonando otra vez tras un rally que elevó el valor en 74 por ciento en apenas un día, todo gracias a la publicación que hiciera un inversionista de dudosa reputación conocido como Roaring Kitty.
Para quienes no lo recuerda, Roaring Kitty y GameStop protagonizaron tremenda disrupción en Wall Street tres años atrás, y todo indica que esta historia está por repetirse.
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