Desde foto y video recreativo hasta inspección de campos agrícolas, los drones tienen usos muy dinámicos y versátiles, algunos de ellos no explorados del todo.

Una vertiente de uso relativamente nueva llegó a nuestro país en días pasados: drones para uso en espectáculos nocturnos de luces -al aire libre, por supuesto-, extensivo a menesteres de publicidad y mercadeo. 

Es una propuesta atractiva, con el beneficio adicional de que en términos de ruido y contaminación resulta más sostenible que los tradicionales fuegos artificiales.

AION RD, parte de AION México, es la empresa responsable de traer los shows de luces con drones al país, y quizás un punto interesante a considerar es que, con su llegada, el Instituto de Aviación Civil (IDAC) tiene la obligación de actualizarse y mantenerse permanentemente al día con el tema de regulación de estos drones.

Publicidad y espectáculos de luces no representan el único uso fuera de lo común para drones en suelo dominicano. Hay propuestas locales que aprovechan los sensores y demás características de estos aparatos para optimizar técnicas de agricultura. 

Asimismo, se han empleado drones para el traslado de muestras médicas, siendo esta la premisa de Matternet, fundada por la dominicana Paola Santana en Silicon Valley. 

Por supuesto, no podemos dejar a un lado el uso recreativo que se da a los drones para fines de fotografía y video desde las alturas, proveyendo una perspectiva tan única como especial. 

Los drones igualmente se usan con una frecuencia cada vez mayor en fotografía y video comercial, y no es raro ver trabajos que combinan la perspectiva de un dron con otras técnicas y aparatos más tradicionales. El resultado es un trabajo muy completo y visualmente enriquecido. 

Así como son de dinámicos y funcionales, los drones tienen también su lado oscuro, y este es exacerbado por la propia gente que los maneja. 

Hay reglas para el uso de drones, sobre todo en lo que respecta a la altura de vuelo, la designación de zonas de no vuelo por temas de seguridad y un conjunto de requisitos que tanto el operador como el aparato deben cumplir para la experiencia más óptima posible. 

Desafortunadamente, como suele ocurrir donde quiera que hay intervención humana, muchas veces se violan estas normas porque sí, por desafío a la autoridad, y el resultado es que tanto fabricantes como usuarios pagan las consecuencias. 

Aun cuando la gente provoque caos con su indisciplina al usar drones, no puede negarse que este es un desarrollo muy útil, tanto que hasta usos militares puntuales tiene.