La trampa digital del exhibicionismo

09-07-2025
Ciencia, Tecnología e Innovación
Ojalá, República Dominicana
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En el ecosistema actual de redes y plataformas, la línea entre libertad y degradación se ha vuelto borrosa.

Lo que comenzó como un espacio para empoderar voces y conectar ideas ha terminado por convertirse en una vitrina permanente de cuerpos, juicios apresurados y contenido que apela al impulso más que al intelecto. El fenómeno OnlyFans es solo un reflejo más —quizás el más crudo— de esta dinámica.

Es cierto que el cuerpo y su representación son asuntos de autonomía. Pero la pregunta de fondo no es quién decide mostrarse, sino por qué esa decisión se ha vuelto casi obligatoria para ser visible, relevante o económicamente viable.

Ahí es donde el discurso de empoderamiento se confunde peligrosamente con el de explotación disfrazada de elección.

Suecia ha lanzado un mensaje fuerte al respecto. Su reciente prohibición de compra de contenidos en OnlyFans —pero no de su publicación— responde a una lógica: si alguien vende imágenes o actos sexuales es porque hay una vulnerabilidad detrás, no necesariamente por libertad plena.

El modelo nórdico entiende que la desigualdad se disfraza muy bien en entornos digitales, y no todo lo que parece consensuado lo es realmente.

Mientras tanto, la humanidad sigue dando clics, cada vez más rápido, en una espiral donde la inteligencia artificial facilita la producción de imágenes, la edición de cuerpos y la multiplicación de realidades paralelas.

El resultado: una gran feria de lo banal, donde el contenido que apela al deseo básico se impone a cualquier intento de profundidad.

¿Es esto una expresión moderna de libertad o la señal de una sociedad que va hacia atrás, envuelta en filtros y algoritmos?

La pregunta queda abierta, pero el síntoma ya está en todas partes: redes sociales que se parecen cada vez más a escaparates sin alma