La tecnología va tomando giros extraños
Hasta hace unos años, la tecnología parecía seguir un camino obvio: smartphones con mejores cámaras y mayor capacidad de almacenamiento, dispositivos más compactos, adopción de estándares inalámbricos y mayores facilidades digitales a nivel general.
De repente, sin embargo, una serie de desarrollos extraños vienen acaparando titulares y la atención de un público que ya no sabe hacia dónde mirar.
Esta tendencia empezó de manera un tanto inocente, con desarrollos en robótica que se iban por el lado humanoide y avances en vehículos autónomos, una tecnología a la que aún le falta mucho camino por recorrer pero que, igual, amenaza con imponerse en el largo plazo.
De ahí pasamos a la idea de cocinas automatizadas, robots meseros, productos de satisfacción íntima de alta tecnología, robots de compañía y hologramas amorosos.
Hasta ahí, más o menos las cosas siguen manteniendo cierto nivel de normalidad juntamente con el inevitable factor wow, pero ahora, especialmente desde finales de 2021, los desarrollos están realmente extraños.
Empecemos con el metaverso, una idea que, felizmente, no parece seguir el camino originalmente trazado por Mark Zuckerberg, y mejor que sea así, porque está difícil hacer vida en un mundo paralelo virtual mientras languidecemos en el mundo real.
Metaverso es una idea tan rara como mala, pero nada se compara a lo que trae el barco de la inteligencia artificial.
Sí, este es un desarrollo impresionante, pero se hizo evidente casi de inmediato que tanta maravilla viene con tremendo costo para la humanidad, que ahora pelea por mantenerse relevante en un escenario donde un programa como ChatGPT puede resolver casi todo, incluyendo tareas creativas.
Si pensábamos que habíamos llegado al epítome de la rareza con la inteligencia artificial, resulta que nos hemos quedado cortos: ahora se habla de computadoras vivas para mantener el desarrollo de la inteligencia artificial sin los límites impuestos por el consumo energético y la consecuente huella de carbono.
Las computadoras vivas, según su proponente, la startup suiza Final Spark, consisten en mini cerebros conectados, los cuales están derivados de tejido de cerebro humano. Macabro, sin dudas, pero -supuestamente- muy eficiente para este desarrollo.
Casi al mismo tiempo que se supo de esto, salió de Japón la inquietante noticia de que se ha divisado un mecanismo para adherir piel viva a robots sin que esta se rompa o se caiga con los movimientos, siendo el objetivo aportar una apariencia más natural a estos aparatos.
Según se ve, nos espera un futuro donde robots y humanos estarán relacionados con muy pocas barreras y donde la inteligencia artificial, si la dejan, finalmente arropará todo.
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