Imposiciones disruptivas: el caso Uber 

13-07-2022
Ciencia, Tecnología e Innovación
Ojalá, República Dominicana
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Para la mayoría de la gente, Uber es sinónimo de progreso, modernidad y libertad. Para otros, sin embargo, es sinónimo de problemas y disrupción a varios niveles. 

Donde quiera que Uber se instaló, las protestas y las controversias no se hicieron esperar. Pasó en Nueva York, Londres, Nairobi y París, así como en varias ciudades de India, Brasil, Argentina, México y Chile. 

Por supuesto, República Dominicana no es la excepción, y aquí también -primero en Santo Domingo y más recientemente en Punta Cana- ha habido varias protestas desde que Uber hizo acto de presencia en el país a finales de 2015. 

Las protestas, por supuesto, han sido escenificadas por taxistas tradicionales y los gremios que los agrupan y representan. La razón de estas es más que obvia: esos servicios tradicionales se sienten amenazados ante la llegada del forastero, que no solo llega agresivo a cada uno de esos lugares, sino ofreciendo algo que es distinto y que resulta ventajoso para el usuario final. 

Esa es la narrativa que ha acompañado a Uber durante todos estos años, y casi siempre se señala la resistencia al cambio como factor que impulsa las protestas. Las cosas, sin embargo, no son tan sencillas o inocentes como pudieran parecer. 

En estos días, medios como The Guardian y Washington Post dan cuenta de documentos confidenciales filtrados que muestran a Uber bajo una luz poco favorable en términos de ética, moral y respeto a las leyes de los países donde opera. 

Para quienes han dado seguimiento a esta compañía durante los últimos 6-8 años, no es ninguna sorpresa lo que se insinúa con esa filtración, que consta de más de 124 mil documentos y que fue orquestada por quien fuera en su momento una pieza clave de negociación en Europa, África y Medio Oriente. 

En este punto, es importante aclarar que esas “negociaciones” eran, en realidad, cabildeos, siempre buscando la forma de entrar a la mala e imponerse en los mercados donde Uber ponía la mirada. 

Es así como, por ejemplo, se señala el rol crucial que habría jugado el presidente francés Emmanuel Macron -en ese entonces ministro de economía- para Uber lograr su entrada a ese país. Joe Biden, actual presidente estadounidense, es otro que se habría prestado al juego. 

Es indudable la conveniencia que representa Uber a la hora de solicitar servicios de transporte. Es innegable que, al principio, al menos, la propuesta de ser “tu propio jefe” al optar por ser conductor Uber resultaba atractiva. Con el tiempo, sin embargo, tanto usuarios como conductores se han dado cuenta de que el servicio ni es infalible ni es un sueño en términos laborales y de ingresos.

¿Será que al final tenían razón los taxistas tradicionales? No necesariamente. 

Estamos viviendo tiempos de imposición disruptiva. Por un sinnúmero de razones, la gente exige flexibilidad en servicios, y es ahí donde propuestas como Uber, Airbnb y otras florecen, muchas veces de forma poco ética y afectando el modus operandi y modus vivendi habitual. 

Al tratarse de propuestas nuevas y novedosas, siempre con tecnología de por medio, regularlas se hace difícil, y eso les da cancha abierta durante un tiempo que saben aprovechar. Al final, solo esas compañías salen ganando, pues socios, clientes y hasta quienes no son clientes terminan afectados de una forma u otra, sin mucho derecho a reclamo.