Desde hace semanas se desarrolla un intenso debate en torno al aborto en los Estados Unidos, y desde ya se están tomando previsiones en caso de que este derecho federal sea revertido con la probable anulación de la sentencia Roe Vs. Wade.

En medio del intenso debate, una curiosa petición ha salido de parte de legisladores demócratas, y la misma guarda relación con una tecnología de uso muy arraigado, tanto que a veces ni nos damos cuenta de su alcance o potenciales peligros.

¿De qué hablamos? De las facilidades de rastreo con que vienen equipados nuestros smartphones y otros equipos de uso común. 

Mucha gente no sabe que su teléfono activamente registra cada paso y cada ubicación en su día a día. Aunque se supone que esta es información “confidencial”, la triste realidad es que la misma es aprovechada por terceros a los que muchas veces damos el acceso correspondiente sin darnos cuenta. 

En un escenario donde el aborto estaría camino a convertirse en práctica ilegal en 13 estados de manera inmediata o casi inmediata -esto en caso de anularse la referida sentencia-, esos servicios de rastreo automáticamente se convierten en un problema. 

Previendo situaciones que podrían devenir en una suerte de cacería de brujas, un grupo de senadores demócratas estadounidenses envió sendas cartas a Google y Apple pidiendo detener la recolección de esos datos de rastreo de ubicación. 

La carta, que cuenta con el respaldo de figuras como Alexandra Ocasio-Cortez y Elizabeth Warren, pide, asimismo, actualizar las políticas que rigen sus respectivas tiendas de aplicaciones para evitar la posible victimización o persecución de mujeres que anden en búsqueda de ese tipo de servicios médicos. 

Se prevé que una decisión de revertir el derecho al aborto en Estados Unidos podría tener repercusiones globales. Desde ese punto de vista, la petición de este grupo de legisladores estadounidenses reviste una importancia más allá de las fronteras de ese país. 

Es un hecho que la tecnología está en todas partes e incide en formas que a veces ni siquiera imaginamos. He aquí un ejemplo que ilustra el caso a la perfección.