¿Hacia dónde nos llevan los algoritmos?
La mayoría de la gente, aun cuando no sea saludable, vive pegada al teléfono, ya sea por trabajo u ocio.
Las consecuencia de este comportamiento colectivo ya las conocemos: gente cada vez más alejada, prefiriéndose la socialización online a la presencial, problemas de postura (el “cuello tecnológico” es real), problemas de la vista, ansiedad y un largo etcétera.
Las consecuencias mencionadas en el párrafo anterior son de conducta, salud y bienestar a nivel individual, pero no es lo único que ha traído consigo la omnipresencia de smartphones y las decenas de aplicaciones que nos mantienen enganchados a la pantalla 24/7.
Es importante recordar que todo este asunto de pasar tanto tiempo con la vista fija en una pantalla se puso de moda con las redes sociales, las cuales se han reproducido como la verdolaga, interrumpiendo a cada momento con sus incesantes notificaciones.
Esas redes sociales, a su vez, han dado pie a nuevas formas de consumir contenidos, incluyendo noticias, y es aquí donde entra el tema de los algoritmos.
La mayoría de los contenidos que vemos en plataformas como TikTok, Instagram, YouTube, Twitter o Facebook viene “recomendada” por algoritmos, y los resultados no necesariamente son los mejores.
Los algoritmos nos dirigen hacia contenidos que tienen el potencial de viralizar con facilidad, y da la casualidad de que estos contenidos suelen poner la vulgaridad y lo controversial de frente.
¿El resultado? Redes repletas de pornografía y pseudopornografía, fake news, teorías de conspiración y meros disparates que no aportan nada.
Quizás lo peor de todo este mundo artificial creado por algoritmos es que ni siquiera respetan las preferencias naturales del usuario a la hora de “recomendar” contenidos.
Es así como entramos a YouTube y se nos ofrece en primer plano la última canción del artista urbano de moda, aun cuando no tengamos la costumbre de consumir ese tipo de música.
Es también la razón por la que al hacer una búsqueda en Instagram la pantalla, de repente, se llena de influencers repletas de maquillaje y cirugías dudosas.
¿De dónde sale tanto contenido vacío y repetitivo? La respuesta siempre será el algoritmo, y en verdad es válido preguntarse si habrá algún motivo ulterior detrás de todo esto.
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