Estafas, una amenaza cada vez mayor
Con la llegada de la internet, en especial con la habilitación de servicios de correo electrónico, vino un tipo de estafa digital que, aunque se ha combatido, tan solo ha hecho evolucionar con el paso del tiempo.
Las cosas empezaron de una manera un tanto absurda, con correos que hablaban de un príncipe nigeriano ávido de compartir su fortuna o de herencias fabulosas no reclamadas y listas para ser repartidas al azar con un puñado de dichosos.
Las situaciones descritas son más que improbables, pero, por un asunto de ambición, ingenuidad y otros factores psicológicos, numerosas personas cayeron en esos ganchos en su momento. Peor aún, siguen cayendo.
En pleno 2024 los correos del famoso príncipe nigeriano siguen circulando, con la diferencia, quizás, de que ya no tienen la misma efectividad de antaño. Igual pasa con esos mensajes de amor que esconden algún virus maligno: la efectividad ya no es la misma porque es uno de los trucos más viejos en existencia.
Que ya no sea tan fácil caer en la trampa de la declaración de amor o del príncipe nigeriano no significa que nosotros, los usuarios de internet y recursos online, hayamos aprendido nuestra lección.
Día tras días caen muchas personas en estos ganchos, víctimas del desconocimiento y de la ingenuidad de pensar que el prójimo es, esencialmente, noble y de buen corazón.
Un par de ejemplos recientes ayudan a ilustrar este último punto. Sandy Somarriba, una nicaragüense de 73 años, residente en Estados Unidos, hizo pública su historia de cómo se dejó engañar por un falso Luis Miguel que a través de un chat la invitó a casarse con él en España.
En Estados Unidos, Charlotte Cowles, periodista especializada en temas financieros, le regaló 50,000 dólares a unos estafadores que la convencieron de estar involucrada en un caso criminal de alcance internacional tras su identidad haber sido robada, presumiblemente por vía de Amazon.
Casi todo el engaño a Charlotte se hizo por teléfono, una llamada de alrededor de 5 horas donde -supuestamente- se involucraron la Comisión Federal de Comercio (FTC), el FBI y la CIA.
¿Cómo se cae en estas trampas? El arma secreta letal sigue siendo ingeniería social. Basta con meter el prospecto de dinero, amor o de estar en riesgo para obtener la cooperación de las víctimas.
Se ha dicho muchas veces, pero no está de más recordar que nunca, ante una llamada, correo o chat, debemos actuar impulsivamente. Vale más tomarnos el tiempo e indagar de nuestro lado y no que se nos tome por tontos.
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