La inteligencia artificial llegó para quedarse. Esta es una realidad irrefutable, y lo mejor que hacemos es adaptarnos a este nuevo paradigma.

¿Qué implica el reinado y dominio de la inteligencia artificial? De momento, la respuesta parece ser un mundo más artificial.

Los avances en esta tecnología ya no se limitan a la generación de texto e imágenes, sino que ahora también puede generar video a partir de un conjunto de palabras, completándose así el trío perfecto para causar estragos a varios niveles.

Los efectos negativos de la inteligencia artificial a nivel generativo ya se han visto: gente que se deja engañar por artistas que presentan retratos tan perfectos y nítidos sin revelar que, en realidad, se trata de una imagen generada por esta tecnología.

También, artículos generados en un dos por tres por herramientas como ChatGPT, sin que el lector se entere ni por asomo de la verdadera autoría de lo que está leyendo.

¿Y con el video? Si los deepfakes eran relativamente fáciles de generar, con un alto grado de credibilidad visual, es de esperarse que ahora todo sea mucho más conveniente y fluido… o quizás no.

Quizás previendo el enorme potencial de abuso, OpenAI ha decidido no soltar su propuesta de video, Sora, prefiriendo someterlo a prueba a un selecto grupo de personas donde se incluyen artistas, docentes y legisladores, así como expertos en desinformación y discursos de odio.

La idea es ofrecer un producto lo más pulido posible cuando finalmente se haga disponible al público, tomando en cuenta el potencial de abuso a varios niveles: semejanzas con famosos, escenas poco respetables, falsos involucramientos y un extenso etcétera.

Aunque por ahora Sora no será un peligro tan obvio, no está de más prepararnos ante la posibilidad de un futuro donde, pese a las mejores intenciones y esfuerzos, esta herramienta se salga de control.