El monopolio de Google
Primero Apple, y ahora Google. Tal parece que está de moda señalar monopolios -algunos evidentes, otros no tanto- en el ámbito tecnológico.
Para que se tenga una idea más acabada del panorama, son varias las compañías de tecnología de cierta envergadura que actualmente están siendo investigadas por Estados Unidos y la Unión Europea por temas de monopolio.
En esta colada están Microsoft, OpenAI y Nvidia, todas ellas por su rol en el desarrollo y despliegue de la inteligencia artificial. En este mismo año, Apple fue acusada de lo mismo, pero en el ámbito de smartphones.
En años anteriores, Microsoft, Amazon y Facebook -actualmente Meta- también han estado en la mira por monopolio en sus respectivas áreas de influencia, siendo Microsoft un caso particularmente interesante porque en el año 2000 fue formalmente sancionada por acciones monopolistas en el mercado de los buscadores.
En ese entonces, se acusaba a Microsoft de monopolizar el mercado al incluir el Explorer en cada una de sus ofertas, acción que de manera directa afectaba el posicionamiento de Netscape, considerado por muchos como un producto superior pero no tan popular por el efecto Microsoft.
El caso de Google guarda cierta similitud con lo ocurrido con Microsoft 24 años atrás, pues la acusación es que esta tiene un monopolio en búsquedas que se manifiesta de muchas maneras.
No es solo que Google es sinónimo de búsquedas, sino que se trata de una herramienta muy bien posicionada y accesible aun en plataformas ajenas al ecosistema Google, siendo un ejemplo representativo de ello que se trata del buscador por defecto en los iPhone.
Cierto es que quienes iPhone navegan en Safari por defecto, a no ser que prefieran otra opción, pero las búsquedas se hacen por lo general en Google, sin siquiera buscar esa página en el navegador. Con los teléfonos Samsung pasa algo similar, repitiéndose la historia con otras marcas.
Esta omnipresencia de Google en móviles obedece a acuerdos de larga data entre las compañías involucradas. Esta movida, obviamente, beneficia a Google a costa de disminuir la presencia y uso de buscadores rivales como DuckDuckGo, una alternativa que se caracteriza por ofrecer altísimos niveles de privacidad y seguridad.
Cada caso de monopolio tiene una narrativa similar, y lo cierto es que en la práctica esa narrativa no solo tiene asidero, sino que resulta evidente a nivel empírico.
Ahora bien, ¿es justa la acusación? Depende de como se mire. En cada plataforma hay opciones de toda clase: buscadores, reproductores, email, mapas y demás.
Aun cuando algunas de estas herramientas vengan predeterminadas por el fabricante, como ocurre con la presencia de Google en equipos Apple y Samsung, no hay nada que impida al usuario buscar una alternativa que mejor se acomode a sus intereses o necesidades.
Podría argumentarse que esta predeterminación influencia el comportamiento del usuario. Después de todo, si ya hay una opción funcional en funcionamiento, ¿para qué buscar otra?
La realidad es que la mayoría de la gente es cómoda y no averigua más allá de lo que tiene enfrente, a no ser que sea un entusiasta tecnológico o que tenga principios muy particulares respecto a sus niveles de privacidad.
A veces es una cuestión monetaria el por qué ciertas compañías y productos dominan en ciertos mercados, y a modo de ejemplo tenemos el caso de OpenAI, líder en inteligencia artificial gracias al respaldo financiero de Microsoft.
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