El afán de “volvernos virales”

17-07-2024
Ciencia, Tecnología e Innovación
Ojalá, República Dominicana
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En un mundo donde las máquinas hacen el trabajo pesado y en el que nuestra capacidad de pensar se reduce a un par de clics en una pantalla cualquiera, ¿qué nos queda por hacer?

Para la mayoría de la gente, el escenario planteado más arriba no representa nada. De hecho, es mucha la gente que se alegra de tales avances, porque significa que nos podemos dedicar a holgazanear por horas sin muchas consecuencias.

Holgazanear, en el contexto actual, no necesariamente significa echarse a dormir por ahí o ponerse a ver televisión como en los viejos tiempos.

No. Holgazanear ahora mismo equivale a dedicar horas muertas a navegar por los millones de videos cortos que pueblan plataformas como TikTok e Instagram, una actividad que ha probado ser increíblemente adictiva.

Indicios de la adicción que hoy vemos con esos videos cortos se vienen observando desde que las redes sociales reclamaron su espacio hace ya más de 10 años. Empezó con Facebook y juegos como Farmville y ha evolucionado a los hoy famosos e imperdibles reels, tiktoks y demás.

Con la imposición de las redes sociales vino un fenómeno que persiste hasta nuestros días, cada vez más absurdo e impredecible: la viralidad.

De la viralidad se ha hablado extensivamente a lo largo de los años, casi siempre haciéndose énfasis en cómo pasó de ser un fenómeno puramente orgánico y espontáneo a uno falso y fabricado.

Por aquello de que el ser humano ya no tiene necesidad de pensar, porque para eso están las máquinas y toda la tecnología que las rodea, el afán de “volvernos virales” sigue muy vivo, ignorándose muchas veces la falsedad que permea detrás del asunto.

El afán de la gente volverse viral, y el hecho de que el fenómeno sigue siendo explotado por los medios que se dedican a la chercha y el contenido sin valor, lleva a muchos a buscar la forma de hacerse famosos por esta vía, aun sea por los consabidos 15 minutos de Warhol.

Gracias a la viralidad y el morbo que le rodea hoy tenemos personajes de dudosa reputación haciéndose pasar por artistas, teniendo presencia en radio y televisión y, peor, influenciando a jóvenes y niños.

También, gracias al afán de probar la viralidad, hay gente que comete actos estúpidos pero llamativos que garantizan una oportunidad real para alcanzar la meta.

A esto se ha reducido una buena parte de la humanidad, y es una lástima.