De repente, la inteligencia artificial ya no luce tan buena
Desde que hizo acto de presencia en noviembre pasado, ChatGPT ha sido toda una revelación: la pieza que faltaba en el rompecabezas de la eficiencia y la productividad.
Descubierto el poder de ChatGPT para elaborar cartas, ensayos, guiones, listados de ideas y demás, esta herramienta ya no falta en las oficinas, sin importar la industria o ramo a la que pertenezcan.
Mejor aún, combinar ChatGPT con otros recursos generativos de inteligencia artificial abre un abanico casi infinito de posibilidades en lo que respecta a creación de contenidos y actividades similares.
Más de uno ha aprovechado las bondades de ChatGPT para facilitarse la vida en el trabajo y hasta para cobrar por servicios que de otra manera no estarían en capacidad de ofrecer.
Se dice siempre que cuando algo es muy bueno para ser verdad es porque en la práctica no lo es, y con ChatGPT y demás ofrecimientos similares ocurre que hay un costo fuerte asociado a tanta facilidad y eficiencia.
¿Cuál es este costo? Que estamos permitiendo que, poco a poco, una inteligencia artificial -creada por nosotros mismos- nos domine y sustituya. Las consecuencias en el plazo inmediato quizás no sean tan visibles, pero ya se está sintiendo el impacto a nivel de preocupación en entornos laborales.
Tómese la huelga de Hollywood como ejemplo de una realidad que tan solo se acentuará en el tiempo. La protesta, histórica porque se han sumado guionistas y actores por primera vez en 60 años, no es do típico reclamo de mejores condiciones salariales, sino que tiene como novedad el elemento de la inteligencia artificial.
Meses atrás, los guionistas de Hollywood amenazaron con una huelga en protesta por el uso indiscriminado de herramientas como ChatGPT en esas labores.
Siendo el caso que el ritmo de producción de ChatGPT supera por mucho al de cualquier guionista, y que sale más barato que contratar a un grupo de gente, no es de extrañar que se haya convertido en una estrella más en Hollywood. Lo que no ofrece esto, sin embargo, es la chispa que solo una inteligencia humana puede aportar.
Los actores, sobre todo los extras y secundarios, también están en peligro gracias a la inteligencia artificial y la posibilidad de reproducir versiones digitales de estas personas a partir de un solo día de trabajo, con usos infinitos para la posteridad.
Lo que está pasando en Hollywood no se limita a esa industria, sino que tiene el potencial de manifestarse en otras más temprano que tarde.
Ante el prospecto de todos quedarnos sin trabajo y volvernos inútiles, la inteligencia artificial ya no luce tan buena, ¿verdad?
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