Así ha evolucionado el concepto de “influencer”

20-12-2023
Ciencia, Tecnología e Innovación
Ojalá, República Dominicana
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Años atrás, cuando los blogs ya iban de salida y el panorama parecía favorecer a las redes sociales como nuevo medio de expresión, surgió la figura del “influencer”, un fenómeno que persiste al día de hoy, aַun sea muy alejado de su verdadera esencia.

En sus inicios, allá por los años 2012-2013, surgió la pregunta obligada de qué, exactamente, es un influencer.

Han pasado alrededor de diez años, y todavía nadie es capaz de ofrecer una respuesta adecuada. El verdadero influencer, aquel que surgió a la par del auge de las redes sociales, era una persona que supo descifrar el verdadero poder de estas plataformas y la mejor manera de sacarles provecho a más de un nivel.

De repente, a través de los influencer y, lógico, con su colaboración, surgieron formas novedosas de promocionar productos, conectar con el público y lograr la tan anhelada viralización en redes sociales y la Internet en general.

Con el paso de los años, como suele ocurrir con muchas cosas, el concepto del influencer fue modificando su esencia, y ya no era cuestión de ser una figura con un alcance envidiable en redes sociales, capaz de, efectivamente, influenciar opiniones y tomas de decisiones.

No. Más o menos desde 2015-2016, la figura del influencer empezó a relajarse, a ser un estatus más “asequible”, por falta de una mejor palabra. Bastaba con contratar cualquier granja de bots o pagar algunos dólares para comprar seguidores y así generar la sensación de ser un influencer.

Por esos años -y todavía ocurre así, aunque en menor medida-, las métricas de vanidad estaban de moda, sin importar si eran cifras reales o logradas por métodos como los ya mencionados.

Diferenciar entre un influencer de peso, con criterio para hacer el trabajo, y uno enganchado a esa “profesión” no siempre resulta fácil, y es así como llegamos a la actualidad, donde cualquiera se hace llamar “infuencer”, con resultados cuestionables para todos.

En términos de manejo de crisis, de promoción de productos o de campañas de expectativas, la efectividad del hoy mal llamado influencer es reducida, en parte porque muchos ya están cansados del jueguito y de los abusos de este grupo de personas.

Es más refrescante contratar personas regulares, sin que les preceda el mote de “influencer”, para hacer llegar cualquier mensaje.

El público tiende a conectar más y a ser más receptivo cuando se hace de esta manera, y esto se explica porque se ha abusado sin piedad del concepto de influencer, al punto de hoy estar muy desgastado.