La lucha de los costarricenses para salvar las costumbres ancestrales del maíz
El maíz autóctono está al borde de la extinción en Costa Rica debido a la dependencia del país de las importaciones y a la desaparición de las costumbres ancestrales. Sin embargo, aparecen iniciativas que buscan salvar la producción y distribución de las semillas de esta planta cereal.
Aunque el maíz es parte importante de la identidad cultural de países como Costa Rica, muchos se quejan de que no se le da el valor que merece y que maíces ancestrales como la variedad ‘Pujagua’ estén al borde de la desaparición.
Ana Mercedes Pérez Carvajal, docente e investigadora de la Universidad de Costa Rica, afirma que desde finales de 1980 los cultivos en el país han disminuido drásticamente: mientras que en aquella época había 130,000 hectáreas de cultivos de maíz, ahora hay menos de 4,000.
Al mismo tiempo, pese a esta reducción de la producción interna, los costarricenses siguen consumiendo maíz, por eso el país importa grandes cantidades de producto extranjero, dañando a su propia industria. Según Pérez Carvajal, casi un 99,4 % del maíz que se consume en Costa Rica es importado.
En este contexto, los pequeños productores de maíz tradicional intentan mantener viva la industria. Por ejemplo, en la remota región de Guanacaste existe un colectivo llamado ‘Mujeres del maíz’, que comercializa maíz autóctono, lo siembra, lo prepara y lo cocina. La lista de alimentos es interminable: rosquillas, tanelas, atol, entre otros.
«Para nosotros en las comunidades es importante, porque nuestros antepasados acostumbraban a alimentarse mucho a base de maíz y también lo cultivamos aquí, es maíz criollo legitimo. La elaboración es totalmente artesana. En este lugar el tiempo parece haberse detenido y las metodologías culinarias recuerdan a las de otra época», explica a RT Hania Medina, líder del grupo.
La cocina tradicional con maíz local está bien viva en esta parte del país. Y ya hay muchos costarricenses que han tomado nota de la situación y están dispuestos a no dejar morir sus tradiciones y su cultura.