
La voz del comercio que clama en el desierto
El comercio formal no pide incentivos ni privilegios, solo reglas claras, cumplimiento para todos y un terreno de juego equilibrado. Su reclamo no es por beneficios, sino por justicia.
El comercio formal no pide incentivos ni privilegios, solo reglas claras, cumplimiento para todos y un terreno de juego equilibrado. Su reclamo no es por beneficios, sino por justicia.
Con el cambio de Gobierno en agosto del 2020 la inversión de las EDEs se desplomó.
Llama la atención que un alto porcentaje (71.4%) considera que la corrupción no ha disminuido en los últimos cuatro años.
La que indica el Fondo Monetario Internacional es la de enviar una reforma tributaria al Congreso, pero esa parece que nadie la quiere. Será un año interesante.
En este pequeño país del Caribe, la energía nuclear no es opción. ¿Qué hacemos entonces?
Lo que pase con las tasas de interés en Estados Unidos tiene muchísimas implicaciones para el manejo de nuestra economía.
El Gobierno debería ser más profesional en el manejo de los programas de “protección social” en vez de continuar alimentando la desconfianza de la población en la clase política.
El Gobierno tendrá que acompañar el aumento de impuestos con otras reformas importantes: ¿Cuál será el plan en el sector eléctrico? ¿Qué esfuerzos hará el Gobierno con el gasto público para eliminar instituciones, bajar la nómina y mejorar la eficiencia?
En el caso nuestro no se ve una crisis en el horizonte. Pero el Gobierno tendrá que tomar decisiones difíciles y que en muchos casos van en contra de la narrativa que asumió en la oposición.
El Gobierno dominicano enfrenta el reto de diseñar y ejecutar una reforma que cumpla con las expectativas y fortalezca la economía del país sin sacrificar el desarrollo social.
Reforma fiscal requerirá un esfuerzo concertado para enfrentar las distorsiones persistentes en el sector eléctrico, la informalidad y la evasión fiscal.
La informalidad, el sector eléctrico y el déficit fiscal están con nosotros desde hace décadas y no hemos parado de crecer y hasta de progresar. Si ha llegado la hora de enfrentarlos como problemas estructurales, requerirán cambios de profundo calado. ¿Está dispuesto el país a asumir el costo?
Todo parece indicar que en el país solo será viable una reforma tributaria de calado, relevante cuantitativa y cualitativamente, cuando se dé alguna de las otras dos condiciones que la hacen posible: I) una crisis macroeconómica; o II) un gobierno de mano dura (que por suerte no se vislumbra en el futuro cercano).
Una crisis macroeconómica sin dudas haría viable la firma (explícita o implícita) de un pacto fiscal. Pero, primero, la crisis debe llegar. En nuestras sociedades miopes, nadie asume sacrificios hoy para evitar un costo mayor mañana. Mientras tanto, sólo cabe esperar una reforma parche, es decir, un reparto de daños más o menos parejo entre quienes ya pagan. Eso sería caer en la trampa de una reforma tributaria insostenible, que se agotará en corto tiempo.
Luego de pasadas las elecciones, el presidente no esperó ni 24 horas para hablar de la necesidad de hacer reformas estructurales, especialmente en el orden fiscal, lo cual provocó que las alarmas se dispararan, como si hubiera tocado un botón de pánico. Ahora todos hablan de reforma tributaria, para bien o para mal.
Magín Díaz: Lo que queda claro es que la deuda no se encuentra en una trayectoria decreciente con estos niveles de déficit fiscal y una economía que crece a 5% en promedio.