Los ultraliberales se retratan apoyando a Donald Trump
Los enemigos del Estado y defensores del libre comercio apoyan a Donald Trump: el mundo al revés, surrealismo del duro, cinismo.
Los enemigos del Estado y defensores del libre comercio apoyan a Donald Trump: el mundo al revés, surrealismo del duro, cinismo.
Con asimetría y privilegios el comercio internacional es una guerra no declarada entre naciones tanto o más dañina que la convencional.
La derecha popular no sólo no se ha cerrado, sino que ha afirmado que está abierta a pactos con algunas de sus corrientes.
Las políticas militaristas y de recortes económicos y sociales que se avecinan, van a crear crisis, y descontento, un caldo de cultivo cada vez más favorable para su crecimiento e influencia.
Las autoridades de Estados Unidos y Europa no paran de repetir en los últimos días que el sistema bancario es sólido y que no hay que preocuparse porque están preparadas para evitar que pueda tener problemas.
Es mentira.
Los bancos de todo el mundo están quebrados por definición. Es materialmente imposible que puedan devolver a sus clientes el dinero que estos tienen depositado en sus cuentas por la sencilla razón de que no lo tienen. Si los bancos no caen es porque consiguen hacer creer a sus clientes que pueden tener confianza en ellos y no ir rápidamente a retirar su dinero.
Hay que ser consciente de que en estos momentos a nadie le interesa que se produzca una espiral precios-salarios. Pero eso es una cosa y otro permitir que estos últimos disminuyan.
Si quedaba alguna esperanza de que la Unión Europea se convirtiera en un vector decisivo para construir relaciones internacionales multipolares y pacíficas, y en impulsora de un nuevo tipo de economía sostenible y más equitativa, me temo que se ha desvanecido en los últimos meses.
Los bancos centrales no vieron venir el peligro, actúan con modelos teóricos equivocados, han calculado mal los tiempos y se empeñan en utilizar un remedio para estabilizar los precios que es peor que la enfermedad. Su único resultado será, otra vez, la recesión, acabar con docenas de miles de empresas, crear paro y eso último, hacer que corra la sangre.
La experiencia nos dice que el Banco Central Europeo no suele ser permeable a las demandas de la sociedad civil pero, ante un riesgo planetario tan grande y peligroso, hay que exigirle que deje de ser lo que ha sido hasta ahora y lo que también parece estar dispuesto a seguir siendo en materia de cambio climático.
Las compras (importaciones) a Rusia de la Unión Europea en su conjunto aumentaron un 60,9% de enero a agosto de este año y las ventas (exportaciones) bajaron un 34,3%. En estos primeros ocho meses de 2022, la UE ya había gastado en compras a Rusia 150.000 millones de euros, prácticamente lo mismo que en todo 2021 (160.000 millones).
Y algo parecido ha ocurrido con China (las compras de la UE subieron el 42,6% de enero a agosto de 2022 respecto al mismo del año pasado y las exportaciones solo aumentaron el 2,2%); o con Estados Unidos (nuestro superávit comercial bajó de 109.400 millones de euros a 100.000 millones).
Como casi todo el mundo sabe, los precios de las materias primas y alimentos se ha disparado en los últimos tiempos y esa subida de precios trae consigo, lógicamente, un incremento de la pobreza extrema y del hambre que mata a muchos millones de personas en todo el planeta.
Lo que posiblemente hay detrás del impresionante programa de estímulo que está diseñando la administración de Biden y de las medidas fiscales anunciadas: la paradoja del anarcoliberalismo de las últimas décadas