Las prisas del Código
La semana pasada la Cámara de Diputados aprobó en primera lectura el Código Penal. A pesar de los compromisos de campaña, lo hizo sin las tres causales.
Tratando de explicar este cambio, ofrecieron dos justificaciones: que no es correcto que los partidos instruyan a sus congresistas sobre cómo votar y que el nuevo Código Penal es una herramienta lista para ser usada y necesaria hace tiempo.
La primera es una excusa evidente y superficial, como han demostrado, demuestran y demostrarán todos los contratos de préstamos aprobados por gobiernos con mayorías congresuales.
Una cosa es que no se pueda conminar a los legisladores a votar en tal o cual sentido, y otra que el partido tenga una posición oficial e instruya que se cumpla. Sobre todo, si fue un compromiso de campaña.
La segunda es más atendible. Después de todo, es cierto que el Código Penal es un instrumento vetusto. Sólo que los pocos días transcurridos desde que tenemos a mano la versión oficial de lo que se discute en las cámaras, han hecho saltar por los aires la pretensión de que está listo para ser aprobado.
Las objeciones llovidas de todos los lares demuestran justo lo contrario. Definiciones poco claras de delitos, confusión sobre la sanción a la corrupción administrativa, y un creciente etcétera. La reacción del presidente de la Cámara de Diputados ha sido anunciar vistas públicas para discutir ahora lo que debió discutirse antes.
Por lo visto, la prisa no era consecuencia de la necesidad de aprobación del Código, sino que había necesidad de aprobar el Código con prisa.
No se entiende esto porque, aunque el Código está desactualizado, lo cierto es que cuenta con más de un siglo de prácticas, líneas de interpretación y consensos jurídicos que lo hacen aplicable. Es mejor esa situación que aprobar un Código con el mismo nivel de carencia, pero sin las tradiciones que hoy sostienen al vigente.
Quizás la clave esté en que apenas al día siguiente de la juramentación de las actuales autoridades, el presidente de la Cámara de Diputados adelantó que el Código Penal sería aprobado “en pocas semanas”.
Aparentemente, lo único perentorio era la exclusión de las tres causales; la calidad del Código se arreglaría sobre la marcha.
Esto hace pensar que, después de todo, sí se está cumpliendo un compromiso de campaña, sólo que no uno público.
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