¡Que nos salve el amor!
Llamó Benedetti al viento,
a defender la alegría.
Defenderla cada día
de la pátina del tiempo.
Bécquer arrancó una flor,
al volar golondrina ave.
Y pidió que nada apague
a la llama del amor.
Dijo Neruda, mejor:
«Si a todos, nada nos libra
de la muerte. De la vida
pues que nos salve el amor».
Machado negó el camino.
Pidió al andante al pisar
hacer camino al andar
y al andar hallar destino.
Guillén dijo al escribir:
¿De qué callada manera?
«Sin portaaviones de fuera»,
contestó don Pedro Mir.
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