Líneas de Guerra: ¡Ojo con Haití!

01-11-2021
¡Te lo dije! | Política
Ojalá, República Dominicana
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La seguridad ciudadana, el desempleo y el alto costo de la vida figuran, de manera consistente, en todas las encuestas, como los problemas que más preocupan a los dominicanos.

Con casi 15 homicidios por cada cien mil habitantes, más de 180 mil robos y asaltos registrados por la PGR, un millón de desempleados y la inflación bordeando los dos dígitos en lo que va de 2021, las estadísticas parecen confirmar lo que reflejan las mediciones. Sin embargo, si profundizamos en los números e interpretamos mejor el contexto constatamos que Haití está en la raíz de nuestros problemas y representa la mayor amenaza.

Un abordaje superficial del tema conduciría al lector a pensar que mi hipótesis se fundamenta en los dos millones de haitianos indocumentados residentes aquí y que, consecuentemente, acudo al lugar común de resaltar el peso que tiene la mano de obra haitiana en sectores estratégicos como la construcción, la agricultura y, en menor medida, el
turismo.

Tampoco me refiero a las parturientas haitianas que ocupan el 29% de las camas en las maternidades, consumen el 15% de nuestro presupuesto en salud y superan a las madres dominicanas en la frontera. Aunque este no es un problema menor, al poner en riesgo la noción de dominicanidad en el mediano plazo, tenemos herramientas eficaces para abordarlo, verbigracia el establecimiento del Jus Sanguinis de doble vía para adquirir la nacionalidad.


¿De qué hablo entonces cuando digo que Haití está en la raíz de todos los males de la República Dominicana?

Pongo la mira en un dato cuyas consecuencias podrían ser escalofriantes: en nuestro territorio viven unos 400 mil haitianos sin documentos de identidad emitidos por su país de origen, es decir, sin acta de nacimiento, ni pasaporte, lo cual los hace parias de su propio Estado, gente que no existe civil, ni legalmente constituyéndose en un potencial activo del crimen organizado.

Dado que en Haití gobiernan las bandas criminales dedicadas al narco, al tráfico de armas y a la industria del secuestro, ¿qué podría impedirles la instauración de su régimen de criminalidad en este lado de la isla si tienen a su disposición una potencial reserva de cientos de miles de sus compatriotas sin identidad que viven aquí?

Si el crimen de factura haitiana desborda la frontera y se establece aquí, además de afectar nuestra relativa paz social, espantarán el turismo y las posibilidades de progreso y bienestar de que ha hecho gala la República Dominicana durante los últimos tres lustros.

Esta delicada cuestión, debe llamar la atención de todos, en especial del gobierno que tiene la sagrada tarea de buscar, promover y proponer soluciones audaces al tema haitiano para que el país no termine arrastrado al mismo agujero negro que se traga a nuestro vecino.