Líneas de Guerra. La fórmula de la democracia

21-06-2021
¡Te lo dije!
Ojalá, República Dominicana
Compartir:
Compartir:

Imagen: Gobierno de Canarias

La pobreza, la desigualdad, el auge del crimen organizado, la violencia de género representan grandes desafíos para nuestra región.

Si bien es cierto que durante el presente siglo la inversión social con respecto al PIB en América Latina y El Caribe ha aumentado de 11% a 14.6% según cifras de la CEPAL, la desigualdad sigue siendo nuestro mayor obstáculo para alcanzar el desarrollo sostenible y el más imponente muro que deben saltar nuestros ciudadanos hambrientos de mayores oportunidades para crecer y prosperar plenamente.  

Para combatirla es necesario impulsar políticas de empleo que garanticen trabajo digno y bien remunerado a nuestros ciudadanos. Debemos diseñar un modelo económico que incentive la inversión y deje atrás los hábitos rentistas del emprendedor latinoamericano.  

La región debe apostar por la innovación y la investigación para el desarrollo.

Economías activas y crecientes hacia el pleno empleo, Estado y sector privado trabajando juntos por el bienestar de todos, políticas públicas que estimulen la innovación y la investigación tienen una zapata común: la educación.  

Una inversión inteligente en educación que estimule la creatividad y asegure ciudadanos preparados para enfrentar exitosamente los retos del mundo durante los próximos cien años. 

El acceso al sistema educativo en la región ha mejorado sustancialmente, trayendo consecuentemente un mayor aumento de los índices de escolaridad, sin embargo la calidad de nuestra enseñanza es aún insuficiente; según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo apenas un tercio de los estudiantes latinoamericanos y caribeños alcanzan un estándar mínimo de habilidades matemáticas básicas. Eso sin mencionar que los países de la región que participan en el Programa Internacional para la Evaluación de Alumnos (PISA) se ubicaron en la parte inferior del ranking.

Como podemos ver, la desigualdad agitada por el desempleo y una educación de baja calidad se constituye en la principal amenaza para la democracia en la región y la causa eficiente de los importantes déficits que acusa nuestro modelo democrático.

Ciertamente, en el aspecto electoral la democracia latinoamericana se mantiene en constante mejora.  Hoy en día, en casi todos los países de la región las elecciones se llevan a cabo sin mayores sobresaltos que los propios de toda contienda.  Tenemos por delante el desafío de garantizar la fidelidad del voto de nuestros ciudadanos a través de campañas menos costosas, de una sociedad mejor comprometida con el conjunto que con las individualidades y más consciente de la calidad de las propuestas de los candidatos.

Sin embargo, la democracia es mucho más que acudir a las urnas.  La democracia se construye a través de políticas públicas que garanticen acceso universal y equitativo a mayores oportunidades, un modelo económico que incluya socialmente a todos y, sobretodo, con un liderazgo político capaz de buscar el punto exacto de avenencia para solucionar los problemas de la gente por medio del diálogo, la confraternidad y la unidad por más diversa que sea su forma de pensar.