La cárcel y el cementerio

22-08-2022
¡Te lo dije!
Ojalá, República Dominicana
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El sonido de una bala que estalla al salir de una pistola fue lo último que escuchó antes de morir. Terminó en la acera, en el callejón de una banca de apuestas la madrugada de un viernes.

Horas antes no sabía que iba a morir. No salió a la calle a morir. En la agenda del día no estaba morir. Seguir viviendo era el plan.

Pero se le enredó en una pierna la desventura. Dentro de las incontables posibilidades de seguir viviendo, ese viernes, esa madrugada, se encontró con el escenario fatal en que moría.

El tirador del gatillo no salió a matar. No se levantó a matar. En la agenda del día no estaba matar, y sin embargo… ¡Mató!

A las dos y media de la madrugada, cuando cierra el último bar, cuando pasa el último vehículo por la avenida, cuando duerme la ciudad, dos personas, una que no salió a matar y otra que no salió a morir, se matan y mueren después de una absurda discusión.

Por el alcohol, por la impaciencia, por el humor de la noche, por la reyerta, por el agobio de los días, por la acumulación de las semanas y los meses con estrés, por tantas cosas que quizás no lleguemos a saber, ocurrió la desgracia.

Dos hombres salieron de sus casas un jueves y antes de 24 horas, uno iba a la cárcel y el otro, lastimosamente, al cementerio.

La violencia ganó de nuevo.