¿Escucha o Improvisa?

06-02-2022
¡Te lo dije!
Ojalá, República Dominicana
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Rectificar es de sabios, pero recular a menudo es cosa de tontos.  La lista de iniciativas retiradas por Abinader desde que ocupa la silla presidencial es larga.  No ha habido una sola decisión oficial de trascendencia que, luego de crear alboroto público, haya sido mantenida o implementada sin algún cambio o retoque.

La subida de impuestos camuflada en el Presupuesto del 2021, a solo días de tomar la administración pública; la compra masiva de vacunas a Estados Unidos e Inglaterra para luego decidirse por las chinas (y nuevamente otra compra más grande para calmar a los socios del norte); los horarios del toque de queda variados sucesivamente hasta tres veces en menos de 24 horas; la amenaza de reforma fiscal difuminada en una apresurada convocatoria a un diálogo para otras reformas; y ahora la retirada del contrato de fideicomiso de Punta Catalina (sometido al Congreso sin ley que lo regule y con tantas zonas oscuras que hicieron evidente su intención de regalarla al sector privado), constituyen una muestra del carácter avieso y a la vez irresoluto de la gente que usufructúa el poder político en RD.

Aunque la red mediática oficial se empeña en construir el relato de que Abinader es un hombre ecuánime que escucha el clamor de su pueblo, los bandazos en sus decisiones son un ejemplo de su poca capacidad de gerencia, una falta total del sentido de la planificación y la carencia de un rumbo estratégico más allá de los aplausos en tuiter azuzados por el alquiler del timeline de una parte importante de los influencers locales.

¿Alguien se ha preguntado qué ocurrió para que Abinader, que el 31 de julio de 2020 anunciaba que dentro de los primeros cien días de su toma del Palacio iniciaría el proceso de licitación para vender a Punta Catalina, hoy diga que mientras ocupe la presidencia no va a privatizarla? ¿Por qué Abinader negó con vehemencia que lo de Punta Catalina haya sido un contrato, cuando en la carta de remisión al Congreso él mismo se refiere a ello como un contrato? Me niego a pensar que alguien con sus altas responsabilidades firme sin leer un documento de tanta trascendencia.

Si es verdad que Abinader está animado de una real conciencia democrática, fe en el diálogo y la construcción de consensos ¿por qué esperar a que la sociedad reclamase al unísono el retiro del contrato sobre Punta Catalina? Si la transparencia y la vigilancia por el uso correcto de los bienes públicos es el norte de su ejercicio ¿por qué envió al Congreso un Contrato repleto de opacidades y lesivo para el interés nacional? Si tenía en carpeta un proyecto de ley para regular el fideicomiso público ¿por qué promover la aprobación de fideicomisos en la Policía, para Pedernales y Punta Catalina antes de tener un marco legal y sin participación real de instituciones gubernamentales en su gerencia administrativa y financiera?

¿Será que Abinader, al igual que algunos diputados aliados, tampoco lee lo que apoya? ¿Será que Abinader en vez de escuchar, simplemente improvisa?

Conociendo el adn de su partido, no lo dudo.

A mala hora, en malas manos ha caído el pandero.

Las peores cosas están por ver. Que la Providencia nos acompañe.