La agricultura es fuente de riquezas en nuestro país. 85 % de lo que consumimos los dominicanos y dominicanas se produce en nuestros campos

Exportamos también a otros países alimentos de primerísima calidad con una acogida y oportunidad crecientes.

Muchos de nuestros agricultores (emprendedores y visionarios) vienen desde abajo y sin nada, logrando sentar un precedente en la producción, convirtiéndose en grandes exportadores y acumulando gran prestigio.

Tienen arrojo, no temen y saben que el éxito se cultiva con esfuerzo y dedicación.

Gran parte de sus logros se explica por el carisma y sabiduría popular que los adorna.

Todos acuñan su propio lema (creado o heredado).

Escuchar a Oliverio Espaillat (arrocero) decir: “No se puede estar llorando, hay que actuar”, invita a dar ese paso; o Guillermo Contreras (productor de mangos): “No tengo sueños, vivo cada minuto lo más despierto posible”, llama a enfocarnos en lo que queremos.

También, José Mallén (ganadero): “Nosotros somos el destino de nuestro país”, si no luchamos, ¿quién lo hará?; Carlos Castillo (productor de aguacates): “El mejor abono y fertilizante de una finca son las huellas de las botas del dueño”, versión agrícola del dicho popular «estar encima de su cartón, para que no le canten bingo».

¿Claves de sus éxitos?

Tecnología e innovación acompañado del “ojo del amo”y trabajo arduo. Producir más con mayor calidad.

Son creadores de miles de empleos y oportunidades de crecimiento para sus colaboradores.

Nuestro productores agropecuarios son un venero inagotable de sabiduría, esperanza, humildad y empeño.