Cambio climático y la salud infantil
Los reinos animal y vegetal, con sus diferentes especies, han convivido en la superficie terrestre por millones de años, interactuando el uno con el otro sin despreciar el reino mineral como predecesor de ambos.
Si bien los seres vivientes no han logrado escapar al fenómeno de la muerte, estos han conseguido eternizarse a través de la reproducción.
El cuidado esmerado en las primeras etapas del desarrollo es prioritario en todo el mundo animal. El Homo sapiens en particular amerita de atenciones prenatales y postnatales, ya que un descuido en este periodo de la vida puede arrojar resultados catastróficos.
Filósofos, científicos, poetas, sociólogos y políticos tocan con frecuencia la temática de la infancia. Las reconocidas doctoras investigadoras y profesoras universitarias estadounidenses Frederica Perera y Kari Nadeau, procedentes de la Universidad de Columbia, Nueva York y de la Universidad de Stanford respectivamente, han publicado el 16 de junio de 2022 a través de la revista médica The New England Journal of Medicine un importante trabajo bajo el título de: “Cambio Climático, Contaminación por Residuos de Combustibles Fósiles y Salud Infantil”.
En dicha publicación estas mujeres del quehacer científico aseveran de modo categórico que la combustión de los derivados del petróleo y del carbón mineral son la fuente principal de la contaminación ambiental y del calentamiento global.
Indican las autoras que las etapas fetal, infancia y niñez son las de mayor vulnerabilidad frente a los impactos ambientales y contaminación aérea debido a la inmadurez y limitada capacidad de respuesta de órganos y tejidos humanos.
Agregan que los menores pasan más tiempo jugando fuera de la casa que el que pasan los adultos. La calidad del aire que respiramos y del agua que ingerimos, sumados a múltiples factores sociales y económicos resultan más nocivos en la niñez que en la adolescencia y adultez.
Invito a pediatras, médicos familiares, epidemiólogos, sociólogos, comunicadores sociales, líderes religiosos, políticos y gente con sensibilidad social a leer este interesante trabajo serio, sustentado en investigaciones realizadas en reconocidos centros mundiales del campo de la ciencia en general.
Triste y doloroso debería resultarle a la humanidad contemplar pasivamente cómo se malgastan enormes recursos financieros en guerras fratricidas que llenan de luto y de miseria a millones de seres humanos en distintos continentes.
Ojalá que los argumentos utilizados para justificar esas “Ayudas para hacer la guerra” sean empleados para luchar por una atmósfera más limpia y saludable, por más alimentos y mejor distribución de los mismos, por mayor y mejor distribución de vacunas y medicamentos destinadas a combatir la pandemia, epidemias y endemias que por siglos han venido diezmando al mundo, muy en especial a ese sagrado conglomerado constituido por nuestros adorados descendientes ubicados en la edad pediátrica.
El futuro del mundo depende de la buena salud que hayamos podido asegurarles a los niños. Envenenar el ambiente es un crimen ecológico de lesa humanidad.
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