2022: el hambre sigue matando niños en La Hispaniola
Ya residiendo por 4 años en Chicago, la ciudad de los vientos, decidí en 1972 vacacionar en mi país. Al llegar fui invitado por mi gran amigo y compañero de carrera fenecido Dr. Ángel Cristóbal Adames Félix para que conociera su suelo natal, Elías Piña. Aprovechamos la estadía para girar una visita al hospital provincial. Las cunas y camas estaban atestadas de infantes y niños no lactantes famélicos, desnutridos y hambrientos, todos ellos faltos de una adecuada alimentación balanceada y oportuna. Esas imágenes solo eran comparables a las acostumbradas a poner en las portadas de las revistas norteamericanas cuando querían destacar en esos tiempos la hambruna en el Continente africano.
El 18 de agosto de 2022 una médica comentaba acerca de un deceso hospitalario, el cual le sirvió “para meditar acerca de la realidad social de nuestro país, y cómo la desigualdad en el acceso a los recursos básicos juega un papel fundamental en el proceso de enfermedad de un individuo.
Este caso se trató de un masculino, de 4 meses de edad, cuyo diagnóstico de causa básica de muerte fue desnutrición crónica tipo Kwashiorkor. Esta entidad, que suele verse en niños, se produce por el consumo insuficiente de nutrientes, con ausencia de proteínas en la dieta. La deficiencia de proteínas provoca trastornos a nivel metabólico e hidroelectrolítico que, en última instancia, concluye con la muerte del individuo.
Es alarmante el hecho de que la desnutrición continúe ocupando uno de los primeros lugares en morbimortalidad en nuestro país, siendo el acceso a la alimentación un derecho fundamental del ser humano…».
Otra colega expresaba: “puede que en muchas ocasiones al escuchar la palabra desnutrición, geográficamente pensemos en países del África subsahariana, sin embargo, a la vuelta de la esquina en nuestro país perteneciente al tercer mundo también encontramos casos, muchos casos, de niños, con una desnutrición tipo Kwashiorkor, que más allá de ser clasificada, pudo haber sido tratada, pero como en otros momentos no se identificó y localizó a tiempo, terminando así en su propia África negra de este lado del mundo.
Medio siglo ha transcurrido desde mi encuentro con el hermano “Santana” como familiarmente apodábamos al doctor Ángel Cristóbal.
Desde aquella fecha hasta hoy hemos reciclado gobiernos de partidos colorado, blanco y morado en la república oriental de la Isla. La parte occidental ha vivido dictadura, lapsos democráticos y mucho caos gubernamental.
En ninguna de las situaciones descritas ha desaparecido el apocalíptico y prolongado episodio de muertes infantiles asociadas a la desnutrición crónica.
Para colmo de males, los organismos internacionales que tienen que ver con la alimentación y la salud, registran zonas de hambruna en el mundo, vaticinando un empeoramiento de la situación a nivel global, debido los continuos devastadores efectos del cambio climático, el surgimiento de la pandemia del coronavirus, aunados a la guerra en Ucrania y en otras áreas del planeta.
¡La verdad es que, si Dios no mete su mano, el hambre nos seguirá matando!
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