Duro, producir y competir con el ampaya en contra
Continúan las actuaciones perjudiciales de quienes mandan en las instituciones del sector agropecuario del Gobierno dominicano.
Solo hicieron llegar al poder político para entrarle a las conquistas logradas por los hombres y mujeres del campo dominicano.
Tan pronto llegaron eliminaron la barrera de protección a los productores nacionales que evitaba la corrupción y permitía financiar la reconstrucción de caminos vecinales y otras obras. Me refiero a la eliminación de las subastas de los permisos importación de productos del campo. Desmontaron las subastas y montaron un mercado persa con los permisos.
Las terribles historias que se conocen de ofertas, de especiales para favoritos políticos, de sobreventa de permisos de importación, causan rabia y desconcierto entre productores y comerciantes.
Los empresarios del campo dominicano están como la guinea, en alerta, queriendo saber quien y cuando le va a dar un palo por un muelle con contenedores que le perjudican o le desfavorecen deslealmente.
No se olvida el daño ocasionado cuando, a pesar de ser autosuficientes y estando a pocos días de iniciar la recolección, el Gobierno concedió permisos para importar zanahorias, remolachas, papas y cebollas.
Fue tal el daño a los productores, que algunos optaron por eliminar y hasta botar sus productos, porque la sobre-oferta hizo que los costos de recolección y transporte fueran mayores a los precios de venta.
Así también fue el desastre creado con la oferta de pollos en diciembre, principalmente para los días navideños, que generó un efecto contrario al publicitado: escasez de oferta y precios elevados.
Hubo comunidades en las que el día de Nochebuena no llegó un pollo y en los lugares donde apareció, el precio llegó hasta a 85 pesos la libra.
Estos señores quisieron encubrir la repartidera caprichosa y el negociazo de los permisos de importación diciendo que ese tejemaneje se hacía para beneficiar a los consumidores, es decir, a la gente.
Pero, como la mentira es coja y el pueblo sabio, los precios elevados se mantienen, aún después de importaciones desmedidas de partes de pollos, cuya calidad y sanidad muchos cuestionan.
En días recientes productores pequeños y medianos de pollos y huevos, expresaron su temor de desaparecer en poco tiempo por los desaciertos de quienes mandan.
Hay que recordar que por descuido (o indiferencia) de las autoridades, por cancelaciones, traslados y falta de pago a los técnicos de las áreas de sanidad animal y vegetal, permitieron que, 40 años después, llegara al continente americano y a nuestro país, la Peste Porcina Africana (PPA) y se descontinuara la vacunación regular contra la Peste Porcina Clásica (PPC).
El arroz, principal cultivo del campo dominicano, no escapa a la amenaza derivada de los desaciertos de las autoridades.
Gracias a la fortaleza en la producción lograda durante el gobierno anterior, aseguraron que no aumentaría de precio. Días después autorizaron un aumento de 300 pesos por fanega, bajo acuerdo de que el precio de venta al consumidor no excedería los 27 pesos.
Se sabe que en la actualidad el precio no baja de los 30 pesos y en promedio se vende a alrededor de 35 pesos la libra.
Se fijó precios mínimo y maximo al productor de 2,700/2,900 pesos por fanega en cáscara en el campo.
En medio de la recolección de una buena producción de este cereal y de alza de precio en los fertilizantes, las autoridades permiten una masiva importación de arroz y autorizan a los molineros a pagar 200 pesos menos la fanega, es decir que bajen de 2,900 a 2,7000 pesos.
Los desaciertos de las autoridades, obligan a alertar de nuevo, el riesgo de que nuestro país pierda la autosuficiencia alimentaria que tanto esfuerzo costó alcanzar y que todos los organismos, nacionales e internacionales, reconocen la conveniencia de mantener.
Los productores que han confiado en su país y han hecho cuantiosas inversiones y los ciudadanos -consumidores orgullosos de los alimentos cosechados en los campos dominicanos, debemos espabilarnos y juntarnos para exigir a las autoridades desistir de este camino malo que lleva al fracaso y a la ruina.
Para empezar, urge pedir que cese la política de importaciones innecesarias y en momentos inadecuados, porque si no lo hacemos, en un tiempo no muy lejano, nos estaremos dando golpes en el pecho por no haber evitado la ruina de las empresas y de la producción agropecuaria de República Dominicana.
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