La República Dominicana goza de una extensa porción de terreno fértil y útil para las distintas ramas de la producción agropecuaria; asimismo, posee las bondades para cosechar productos de alta calidad, permitiendo de esta manera que los dominicanos podamos disfrutar de alimentos de calidad y competitivos con los importados de diferentes partes del mundo. Claro, no en cada rubro somos comparables, pero sí en una proporción importante.

En los últimos años hemos visto fluctuaciones considerables en los precios al consumidor final, lo cual repercute directamente en la canasta básica de todos nuestros habitantes; sin restar importancia al impacto que deja de manera directa en el productor, siendo medianos y pequeños los más afectados; estas variaciones, alzas y bajas, obedecen a diferentes factores transversales en la línea Estado-productor-consumidor final, sin dejar de observar las incidencias externas (economía mundial, efectos del Covid-19) que como país nos atañen; añadiendo a esto un panorama que merece la atención de todos los ciudadanos, que es el caso de la desgravación del DR-Cafta, lo cual tendrá un impacto significativo y complejo en este 2023 y hasta el 2025.

En el 2022 no estuvimos ajenos a estos cambios bruscos, orientados a la alza en los precios de comercialización y por ende, en los precios al consumidor final; siendo noviembre y diciembre los meses con mayor impacto en este sentido; afectando así las planificaciones de todos, al tener que forzar ajustes para lograr la supervivencia o cumplimiento que como ciudadanos tenemos.

¿Qué nos corresponde ahora? Actuar con sensatez y comedimiento, planificar con márgenes más flexibles que permitan tanto al productor, como al consumidor, disminuir los costos de vida, consensuar una mesa productiva entre gobierno y sector privado, donde las políticas públicas estén mejor orientadas a la protección de la producción nacional y por ende nivelar la línea de costos-precios en beneficio de toda la población.

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Opinión de una colaboradora ligada a la producción y comercialización. Inició una PYME en el año 2018 cuyo producto PRIMIUN es el pastel en hojas de plátanos y carnes. Inició vendiendo los mismos a precios entre 80.00 y 100.00 pesos y en las navidades, con márgenes de beneficios bajos, hubo de vender los mismos a entre 175.00 y 225.00 pesos cada unidad, dependiendo del tipo de carne.