En un país en el que los ciudadanos depositaban su confianza en las altas expectativas generadas por las actuales autoridades, siendo uno de los compromisos principales reducir en un 30% el precio de los alimentos.

Los resultados obtenidos son completamente opuestos a lo esperado y prometido, lo cual evidencia que las actuales autoridades están fracasando de forma desalentadora en el logro de sus objetivos.

En este artículo, nos enfocaremos en examinar las causas a nivel de campo que han contribuido a este aumento del IPC de los alimentos y al deterioro progresivo del sector agrícola.

Para respaldar lo mencionado anteriormente, utilizaremos el Índice de Precios al Consumidor (IPC), una herramienta crucial para evaluar las fluctuaciones de precios que afectan a los consumidores. Al examinar la evolución del IPC de los alimentos y bebidas no alcohólicas en comparación con el IPC general de bienes y servicios diversos, tomando los valores promedio por año desde 2012 hasta la actualidad (2023), se observa un cambio preocupante en la tendencia a partir de 2021. En este punto, el IPC de los alimentos supera al IPC general de bienes y servicios diversos, como se muestra en el siguiente cuadro:

Este fenómeno revela una preocupante situación que requiere un análisis más detallado. De manera clara, la gráfica muestra que desde 2012 hasta 2020, los incrementos en los precios de los alimentos estuvieron, en promedio, por debajo de los incrementos de los precios de los bienes y servicios a nivel general. Sin embargo, esta tendencia cambió de manera inversa en los años siguientes hasta la actualidad.

El campo, como pilar fundamental de producción de alimentos, se encuentra actualmente enfrentando diversos desafíos que han tenido un impacto significativo en la oferta de sus productos y los precios de los alimentos al consumidor.

En los últimos años, hemos observado la presencia de factores determinantes que han contribuido a esta situación preocupante. Entre ellos, destacan las importaciones excesivas e inoportunas de rubros básicos y de producción nacional.

El abandono al campo, la falta de apoyo a las asociaciones de productores y la ausencia de asesorías técnicas hacen que los agricultores enfrenten dificultades adicionales para acceder a los recursos necesarios y llevar a cabo su labor. Esta falta de apoyo ha debilitado su capacidad de respuesta, lo que tiene un impacto directo en la oferta de los alimentos.

Se ha limitado su capacidad para negociar precios justos y acceder a mercados más amplios, como ejemplo de esto es el caso de los productores de aguacates, mangos y vegetales quienes han perdido certificaciones que les permitían exportar sus productos a mercados que se han perdido por descuido. Esta situación desfavorable ha llevado a los agricultores a verse obligados a vender sus productos a intermediarios a precios más bajos, mientras que los consumidores pagan precios más altos en los mercados minoristas.

La falta de conocimientos técnicos y la ausencia de una capacitación adecuada a los productores limitan su capacidad para mejorar la productividad y enfrentar los desafíos presentes en el sector agropecuario. Por lo tanto, resulta crucial implementar políticas y acciones que brinden un apoyo integral al campo que fomenten la capacitación técnica y promuevan a la vez prácticas agrícolas sostenibles. De esta manera, se podrá garantizar una producción y oferta adecuada de alimentos a precios accesibles para los consumidores.

Es imperativo retornar a la dinámica de fluctuación de precios anterior y contar con autoridades que comprendan y sepan manejar eficientemente el sector agropecuario. Esto nos permitirá obtener resultados favorables que beneficien tanto a los agricultores como a los consumidores.