Un bien público global
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A raíz de la entrega de un millón de dosis de la vacuna SINOVAC, el embajador de la República Popular China en el país, su excelencia Shang Run, pronunció unas breves palabras ante la señora vicepresidenta, Raquel Peña.
Ciertamente, un momento importante para la República Dominicana que a pesar de sus esfuerzos para asegurarsela provisión de la vacuna anti Covid-19 para su población ha sido víctima de una incomprensible, injusta y despreciable actitud de incumplimiento de las entregas convenidas.
Todavía más, la República Dominicana adelantó dinero para asegurarse la entrega de los biológicos. De buena fe, podría decirse.
Pero con el yerro, ingenuo, de apartarse de China y Rusia, privilegiando a socios occidentales.
La guerra por las vacunas se avizoraba en el horizonte mundial con campañas y contra-campañas desaforadas, a veces con tintes quijotescos como la mentira de la inoculación de un chip.
A poco de salir las primeras vacunas, los grandes países concentraron en sus manos prácticamente toda la producción mundial de las vacunas.
Prohibieron la exportación e hicieron acopio de vacunas que sobrepasaban la población de esos países dos y tres veces, mientras la mayoría espera y ruega por las vacunas.
En contraste, el Embajador chino hizo una declaración de principios al postular que para su gobierno, las vacunas chinas constituían “un bien público global”. Es decir, un producto a disposición de todos y a requerimiento de cualquier país.
Ahí puede constatarse el valor supremo de la moral. El bien compartido, solidariamente. Y la entrega puntual al pueblo dominicano de tan preciadas dosis.
¡Obras son amores, que no buenas razones!
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