Es el concepto central de la década porque hemos fallado en proteger la naturaleza y el área de bosques y ecosistemas degradados ha aumentado con la consecuente pérdida de biodiversidad. A esto hay añadir la contaminación y acumulación de residuos.

Mucho se ha hablado de restauración, pero fuera de Valle Nuevo y los mil millones anunciados para cuencas prioritarias que comenzaría con la del Nizao, no hemos visto mucho. Ni un plan, ni un informe, ni nada que no sea palabras.

Guardando las distancias, España destina este año 90 millones de euros solo para recuperar áreas dañadas por la minería, de un total de 1,642 millones, y debe ejecutarse el 50% de los fondos antes de junio del 2023.

Mientras aquí lo que se nos informa es que el nuevo Puerto de Pedernales estará listo para final de 2023, ¡de un mega proyecto cuyos estudios fueron depositados hace dos o tres días!  Y, mientras la Belfond sigue destruyendo Loma Las Filipinas, los campesinos son desalojados del Cachote sin compensación.

Mientras someten supuestos estudios de aguas subterráneas, planta desalinizadora, aeropuerto incluido,  la friolera de 14,000 habitaciones en las Costas de Pedernales, sabiendo que Cabo Rojo no es Cancún.

El costo de la verdadera restauración es muchísimo más cara de los casi dos mil millones que invertirá España solo para recuperar y naturalizar áreas envenenadas y devastadas por la minería. ¿Cuánto nos costará librarnos de la presa de cola de la Barrick? ¡Si es que se puede!

Queremos imitar a los países continentales en nuestro modelo de desarrollo cuando a todas luces nuestros recursos naturales son muy limitados y no tenemos los recursos económicos para recuperar mínimamente los daños causados.

Ángela Guerrero
Bióloga. Botánica. UASD.