Políticas ambientales coherentes llevan al desarrollo sostenible. No bastan las leyes nacionales y la firma de acuerdos internacionales, aunque muy necesarios. Tenemos esa base, que no ha sido fácil establecer; tenemos un movimiento ambientalista que ha crecido y madurado también.

Así que nos falta ahora la voluntad política de todas las autoridades para ejecutar y hacer cumplir esas leyes y acuerdos internacionales; que la conciencia ciudadana siga creciendo para demandar ese compromiso de los gobiernos electos y que los funcionarios hagan su trabajo proponiendo y desarrollando políticas ambientales coherentes para poder alcanzar el desarrollo sostenible a que nos compromete la agenda 2030.

Coherencia es la relación lógica entre las partes de algo de modo que no se produzca contradicción ni oposición entre ellas.

Coherencia sería vigilar y salvaguardar primero nuestros recursos naturales para luego poder manejarlos a través de planes estratégicos establecidos con políticas públicas que lleven a inversión tanto pública como privada para un desarrollo sostenible. Así lo está haciendo la Cooperativa La Vega Real en el caso de la cuenca del Guagüí y lo aplaudimos.

La conservación y protección es cosa de todos.  Pero, ¿qué pasa en tantas otras comunidades desamparadas, como la de Los Melaos, en Baitoa, quienes deciden acampar en la entrada de los camiones a la mina de agregados porque sus pozos se han secado y sus viviendas colapsado por la extracción de materiales?

Coherencia es, si queremos agua, ¡hay que proteger las cuencas hidrográficas y los ríos! Si queremos turismo de playa, ¡hay que proteger las costas y las zonas marinas! Y, como todo está conectado, no debería el gobierno dar palos a ciegas y permitir que la ambición rompa el saco de la naturaleza porque estamos todos dentro. Siempre será muchísimo más barato prevenir y conservar que restaurar, lo cual no siempre es posible.

Ángela Guerrero.
Bióloga. Botánica. UASD.