Malestar en la conversación
Calor, apagón y comida cara dominaron ayer la conversación. Igual, medicinas caras, desorden por todos lados y tapón. La inteligencia artificial mide con precisión la intensidad del malestar.
La gente en República Dominicana está harta del absurdo y del desorden. El gobierno del PRM lo sabe. No lo puede evitar porque el uno y otro son punto I y punto II de su programa de gobierno.
Y vaya contrariedad: el malestar no cede a pesar de los esfuerzos para invisibilizarlo o normalizarlo.
El tiempo se ha encogido y no lo quiere aceptar. Movilizaciones marchas, huelgas, mudanzas, cambios de gobierno suceden todos los días y en todas partes del mundo.
Curioso, una de las consecuencias emocionales de la pandemia del Covid-19 en los pueblos del mundo ha sido el acortamiento de su paciencia, al comprobar la brevedad y fragilidad de la vida de familiares, amigos y vecinos.
Sobrevivientes de una catástrofe reciente, confrontados a la muerte, al encierro, muchos de los hábitos, creencias y comportamientos demostraron ser inútiles.
La gente aguanta menos que antes. La espera sin límite le resulta hoy inconveniente.
Las ganas de vivir son hoy mayores, menor la tolerancia al fastidio y más difícil la normalización del absurdo y del malestar.
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