La península de Samaná en peligro

24-06-2023
Medioambiente | Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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La península de Samaná es un punto caliente de biodiversidad en nuestra isla. En ella se han registrado más de 1,250 especies de plantas; tiene afinidad con Los Haitises con los que comparte cerca de 20 especies endémicas, pero no se queda corta la península con unas 13 especies únicas en el mundo, que no existen ni siquiera en otra parte de la isla.

Esta rareza biogeográfica está relacionada con la complejidad geológica de origen cretáceo (más de cien millones de años) de la península que hasta el comienzo de los tiempos coloniales se registraba en los mapas antiguos como una isla, separada de la isla grande por un canal marino.

Esta compleja geología ha originado una diversidad de ecosistemas que a su vez ha generado la rica y única biodiversidad que la habita, por eso se han declarado varias áreas protegidas, Monumentos Naturales los dos Cabos de sus  extremos y el Salto de Limón.

Lamentablemente, el desarrollismo amenaza a Samaná y el turismo de enclave y la venta de terrenos no han hecho más que aumentar la pobreza y el abuso de los recursos naturales. El nuevo puerto de cruceros que destruyó lo poco que quedaba del manglar del “malecón” samanense, la tumba y quema sempiternas en Cabo Cabrón, aunque un poco menos frecuente en cabo Samaná, recuerdan los abusos históricos del vertido de Rock-Ash en Arroyo Barril, el turismo masivo y el aumento de la urbanización, con la resultante destrucción de áreas naturales.

Entre las joyas de la flora destacan al menos tres endémicas de cada Cabo, al menos una del Salto de Limón y otras seis en otros lugares de interés de la península.

Cuatro de ellas con el adjetivo samanensis, debido a su origen, la última un guanito—Cocotrhinax samanensis—¡publicada este año!

Aún estamos a tiempo de salvar tan rico patrimonio natural, si las autoridades hicieran cumplir la ley con prevención y vigilancia, porque de poco sirve apagar fuegos y apresar chivos expiatorios que no resolverán el problema de raíz, como demuestran los fuegos sempiternos en Cabo Cabrón.