Las razones esgrimidas sin fundamentos sólidos para la tercera dosis, el Plan de apertura semanal, estructurado al margen de toda consideración del ciclo viral, así como la evidente presión  económica y política de abrir de par en par la sociedad están a la vista.

Han bajado el número de pruebas y cada vez más relegando la PCR en beneficio de las pruebas de antígenos. Y en esa carrera llevan tanto la positividad diaria como la de las últimas cuatro semanas. Apertura y datos sanitarios deben “machear”.

Evidentemente que las razones económicas y políticas marcan las decisiones sanitarias del gobierno. Para justificar la tercera dosis se esgrimió el “cuco” de la variante Delta y este es el momento en que no se ha hecho un esfuerzo serio de detección de su presencia en el país o no. Y a falta de sustento se ha asumido el chabacano criterio de que la tercera dosis “no hace daño”… Y punto.

El análisis exploratorio del Dr. Pérez Then revela que el 84% de los fallecidos entre el 28 de mayo y el 28 de junio tenían una dosis vacunal o ninguna, y que la edad promedio de los fallecidos fue de 65 años.

¿No es esta una evidencia más de que la política de vacunación tiene, inequívocamente, que focalizarse, como hemos repetido hasta el cansancio, en los no vacunados y los que tienen una sola dosis inoculada? Lo demás es puro invento y disonancia en el programa de vacunación.

La población dominicana debe hacerse de la idea de que ante esta apertura apresurada, el cuidado y prevención deben ser mayores. Distanciamiento, mascarillas, higiene general son pertinentes. Poner  atención al aforo en los negocios, transportes y espacios cerrados.

Estemos preparados para imprimir racionalidad a esta apertura total.