Todas las especies están interconectadas. Cuando se extinguen también desaparecen sus funciones en la naturaleza. Forman el tejido que sustenta la vida de los humanos.

En la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP15), en Montreal, debería suscribirse un  Acuerdo de Acción Global que tendrá como objetivo la extensión del área protegida planetaria a un 30% del total de las tierras y los océanos (objetivo 3030). 

República Dominicana tiene unas 123 áreas protegidas, lo que representa el 25.7 % del territorio. Debe estar cerca de la meta del 30%, aunque sea en papel. Las unidades de conservación  no pueden ser protegidas de forma efectiva por el bajo presupuesto, por el enfoque de manejo basado en el gasto mínimo en el que los bienes y servicios ecosistémicos se asumen como insumos de coste cero. Solo el 21 % cuenta con planes de manejo y cerca del 50 % carece de estructuras administrativas.

No es suficiente con declarar protegidas vastas zonas del país. Para preservar la biodiversidad es necesaria también la diversidad de ecosistemas. Es decir, debe estar representado todo el territorio y además invertir capital en su conservación para que los servicios que brindan puedan beneficiar a toda la población.

La región Enriquillo tiene un 50.86 % de áreas protegidas con una densidad demográfica de 55.3 hab/ km2.  Una de las más pobres del país. En contraste, la región Ozama (Santo Domingo) tiene solo poco más de un 3 %, pero una densidad de 2,400.5 habitantes por km2.

Esta información del Intec, no es nueva. Los científicxs hacemos el trabajo, pero los gestores de turno administran la biodiversidad de espaldas a la ciencia, por eso hay preocupación entre los ambientalistas por el futuro de nuestro patrimonio natural.

Ángela Guerrero
Bióloga. Botánica. UASD.