Diecisiete años tiene la tradicional actividad de venta y divulgación que realizan los viveristas del país convocados por el Jardín Botánico Nacional.

La atracción del público hacia las plantas sigue siendo entusiasta y eso debe aplaudirse y considerarse un gran éxito de la institución que ha convertido el interés del público por las plantas en oportunidad de divulgación, educación y de negocio para los viveros y jardinerías.

Lo que no es de aplaudir es que en 17 años del Festival de Plantas y Flores algunos sigan vendiendo allí troncos de helechos machos. Los helechos son plantas sin flores y algunos crecen erguidos porque producen masas de raíces y fibras vegetales fuertes. Pueden alcanzar más de 12 metros de alto y duran muchos años para crecer. Algunas especies son endémicas de la isla. Por eso están protegidos en la Convención Internacional del Tráfico de Especies (CITES).

Lamentablemente la protección local no está garantizada y, al igual que los melones espinosos, siguen siendo saqueados de nuestros bosques. Es imperdonable que aún esto siga ocurriendo en el Festival de Plantas y Flores del Jardín Botánico Nacional.

Tampoco es de aplaudir que haya música alta que nada tiene que ver con las plantas, que distorsiona la naturaleza del Festival y contamina el espacio aéreo de la fauna nativa y endémica que habita el Jardín.

También sugiero que el Jardín establezca un protocolo claro y exigente para los vendedores participantes sobre bioseguridad fitosanitaria para evitar posible propagación de plagas y enfermedades a las colecciones vivas del Jardín.

Saludamos la continuidad, la divulgación científica, la educación ambiental, el cultivo del interés público por las plantas, pero también se deben corregir los errores que se repiten y prevenir otros que podrían ser costosos y lamentables.