La Cumbre del Clima COP27 se celebrará del 6 al 18 de noviembre en Egipto. La República Dominicana es un país muy vulnerable, según el Índice de Largo Plazo de Riesgo Climático está en el lugar número once del mundo, y Haití, con el que compartimos la isla, entre los tres más afectados. Hay un plan nacional de adaptación al Cambio climático desde 2016.

El ministro Ceara Hatton dijo que para los Estados latinoamericanos “lo principal es la adaptación, porque somos responsables de la generación de muy pocas emisiones.” Ciertamente, pero tampoco es para tirar cohetes porque nuestro balance ambiental no es positivo tampoco.

No estamos entre los que han aumentado su cobertura boscosa, la reforestación y pago por servicios ambientales con respecto a la gestión anterior tampoco han mejorado, y los incendios en los dos años anteriores causaron daños irreparables en áreas protegidas que son nuestro activo ambiental más importante contra el cambio climático para conseguir el tan deseado financiamiento para la adaptación al mismo, no es solo reforestar con café y aguacates.

Tampoco, estamos cumpliendo las metas 20/30, excepto la del % de áreas protegidas en papel, nuevas pero sin inversión en vigilancia ni recursos, abandonadas  y el poco personal sin recursos para trabajar. Además, imponiendo una agenda desarrollista de proyectos de turismo de enclave y minería extractiva que daña nuestras cuencas, acuíferos, costas y mares. 

El ministro, dijo: “Si no aprendemos a respetar el medioambiente, será muy difícil que la actividad turística pueda mantenerse siquiera”, por eso es fundamental que “el sector turístico se adapte a una serie de regulaciones que permitan garantizar la supervivencia” del mismo.

Entonces, ¿por qué impulsa su gobierno un mega proyecto en Pedernales que amenaza destruir el valioso activo de Cabo Rojo…Y barcazas termoeléctricas en el Ozama y Puerto viejo,  áreas de gran potencial turístico, y una protegida también?  

Discurso muy bonito señor ministro, pero aplíquese el cuento y haga cumplir la ley para exigir con fundamento, no sea que nos pase como a Brasil, que perdió financiamiento por la pésima gestión del derrotado Bolsonaro.