El gobierno del “Cambio” está de cumpleaños. Y hay que sentarse a re-ver cuánto ha venido aconteciendo durante el mismo. Grandes expectativas sembradas. Tan grandes, que todo más bien parece un drama comunicacional interminable.

Muchos “picazos”, pocas obras, muchas redes sociales y la inversión pública en el suelo. El empleo resentido, la inflación de dos dígitos, apagones redivivos y una delincuencia cabalgando a más.

La pandemia “bajo control” y con vigilancia epidemiológica cuasi ausente… Vacunas, vacunas, vacunas, que hay que abrir el país al precio que sea.

La vigilancia sanitaria es tan floja que nos entró la Fiebre Porcina Africana sin darnos cuenta. Y una vez descubierto por Estados Unidos el “bulto tapao”, entonces continuaron con el conteo de las provincias afectadas: “que dos y distanciadas” para luego tener que declarar once (11). 

El drama internacional en curso, las falencias de la vida nacional van tejiendo un ambiente propicio al desquicie. Después de tanto éxito nacional en múltiples esferas, la pandemia ha conducido a un destape miserable del egoísmo, el odio, la desigualdad y la incertidumbre.

Pocas veces la templanza de los liderazgos se ha hecho tan necesaria, la fuerza de las instituciones políticas tan imprescindibles. El poder ejercido con grandeza de miras. Inútil la banalidad presuntuosa; hay tanto trabajo por delante y tanta la urgencia de unidad nacional, que es de esperar mucho juicio en los festejos.

¡No hay tumba de oro sin gusanos!