El pasado Día Mundial del Ambiente, la Coalición de Defensa de las Áreas Protegidas denunció el estado calamitoso en que este día encontró nuestro Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Las amenazas son las mismas acumuladas de siempre, pero con el agravante de la ola de cancelaciones de octubre de 2020.

Personal hasta con quince y más años de experiencia fue sustituido por “botellas” o sus puestos no han sido cubiertos. Esto dejo muchas áreas sin vigilancia y se las pone en bandeja de plata a  depredadores y traficantes.

Ya hace casi dos años que desde Ojalá alzamos nuestra voz para defender las causas ambientales porque son fundamentales para la vida y porque además son un derecho humano. Y ahora más de sesenta  organizaciones ambientalistas y sociales de nuevo retoman la lucha porque, lejos de mejorar, nuestros problemas ambientales siguen empeorando.

Una larga lista de demandas siguen sin resolver, problemas todos agravados por la torpeza administrativa del Ministerio de Medioambiente y sus conflictos internos.

Los administradores comprometidos con su trabajo denuncian de nuevo la falta de transporte y de combustible para proteger y gestionar sus áreas. Ahora tocó al Parque Jaragua.

¿Hasta cuándo seguiremos viendo una gestión tras otra cometer los mismos errores y abrir puertas traseras a los chanchullos?

Mientras tanto, nuestro patrimonio natural sigue disminuyendo y languidece por las agresiones continuas de intereses que no descansan ni se turnan como las autoridades.

La buena noticia es que el movimiento ambientalista se fortalece cada vez más y está dando la batalla. Así lo demuestra el documento del pasado 03 de julio. ¡Adelante!

Ángela Guerrero.
Bióloga. Botánica. UASD.