Desde mayo advertimos que el futuro de Montecristi no se concibe sin la Bahía de Manzanillo y su sistema de humedales costeros. Los mismos son parte de un Sitio Ramsar de importancia internacional y forman la red vital de cuencas de varios ríos que irrigan las zonas secas del noroeste del país. Sus servicios ambientales son indispensables para la biodiversidad y los pobladores de la mencionada Bahía.

La zona fronteriza ha sido víctima de los desmanes del Cambio desde el inicio del gobierno. El proyecto forestal y ecoturístico Sabana Clara fue la primera víctima de los incendios intencionales y luego siguieron las plantaciones de pinos y bosques de la Sierra y en la zona de Neiba.

Luego fue el Muro fronterizo, en febrero de este año, que destruyó varios kilómetros de manglares en la laguna Saladilla. Desde entonces ya sonaba lo del canal en el río Masacre en el lado haitiano, que no ha sido detenido.

Se denunció también en mayo una concesión del río Yaque y sus embalses. Todas estas intervenciones a los ríos que desembocan en la Bahía de Manzanillo y comprometen su caudal ecológico provocarán el colapso de tan importante ecosistema costero marino y sería de consecuencias catastróficas para esta provincia y para todo el noroeste de la Isla.

Debería el gobierno gestionar de manera responsable los recursos hídricos de todas nuestras cuencas hidrográficas con verdaderos planes de restauración, como advirtió el profesor Marcano en 1980, y volver a la gestión de la Comisión Mixta Bilateral fronteriza y plantear soluciones y proyectos en conjunto.

No es solucionar un canal con otro, porque lo que está muy claro es que el caudal del rio Masacre-Dajabón no da porque la cuenca no está protegida como debería y su deterioro es más que evidente.