La augusta reforma fiscal
Suenan los cánticos en el templo que lleva por nombre Palacio Nacional. Ha llegado el momento de ejecutar y celebrar la gloriosa reforma fiscal.
En las últimas semanas mucho se ha dicho del gran beneficio que traerá aplicar nuevos impuestos, aumentar otros, porque según los reformadores, esto no afectará a la clase media y baja dominicana.
Lo cierto es que el Gobierno intenta convencer a la población de que se necesita una reforma fiscal, utilizando uno de los principios de Joseph Goebbels, aquel genio de la propaganda nazi, que reza lo siguiente: “repetir constantemente un mensaje para que quede arraigado en la mente público”.
El presidente y sus lacayos buscan taladrar la mente de cada dominicano y dominicana, utilizando como palanca la multimillonaria suma que se invierte cada año en publicidad estatal para intentar convertir la mentira de una reforma fiscal en beneficio de la nación, en una imponente verdad.
La reforma fiscal es avalada por la incontrovertible honestidad del presidente y sus funcionarios. Honestidad utilizada por el Gobierno para manipular y meter sus manos en los bolsillos de un pueblo urgido de esperanzas.
Exprimir a los que a duras penas sobreviven es muestra de que, ¡lo mejor está por venir!
Muestra de ello, es la alegría que se siente al entrar a un supermercado, en vez de frustración y ansiedad porque el dinero no alcanza; el correo que llega cada mes con la factura eléctrica pinta una sonrisa de oreja a oreja, el incremento en la facturación es secundario; utilizar un servicio público es la mayor satisfacción por la plena experiencia, como Pasaportes, por ejemplo.
Celebremos, amigas y amigas, la reforma fiscal que tanto beneficia al pueblo. Porque si algo nos ha enseñado el cambio, es que siempre piensan en el bien común. No hay nada como un sistema fiscal que fortalece a unos pocos y deja que el resto de la población aprenda a nadar en las turbulentas aguas de la economía.