El discurso de Rendición de Cuentas del presidente Abinader quedará grabado como una estampa en la memoria, el bolsillo y el estómago de las dominicanas y dominicanos.

Se habló de lo que, según el Gobierno, se ha logrado, presentando cifras tan “reales” como el bienestar del pueblo dominicano, que día a día hace malabares para cubrir sus necesidades.

Se mencionaron las inversiones en el sector eléctrico en un país que retrocedió a la iluminación con velas. Se afirmó que hemos alcanzado un 90 % en seguridad alimentaria, pero la verdad es que los productores dominicanos están al borde de la quiebra, mientras el presidente aumenta las importaciones en un 71 %, favoreciendo a un pequeño grupo.

¿Y qué decir de la criminalidad, la educación, la salud? Según el presidente Abinader, todo ha mejorado, pero si le preguntamos al pueblo, no hay maldición que no se le atribuya a este Gobierno.

Hoy, la patria dominicana se ve amenazada por un Gobierno indolente que rinde homenaje a la mitomanía y la ineficiencia, y que le importa más un hashtag en redes sociales que el sufrimiento causado a los dominicanos.

En su discurso, el presidente Abinader expuso, de manera inusitada, la profunda desigualdad, el desdén por la gente, el bullying presidencial y la apatía del Gobierno hacia las verdaderas necesidades del pueblo.