Sin Tractores y sin Violines, el día en que murió la Orquesta Sinfónica Nacional

16-05-2023
Música
Surcos Digital, Costa Rica
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Costa Rica. Esta semana, como Orquesta Sinfónica Nacional, estuvimos tocando conciertos didácticos en instituciones educativas. Como parte de nuestras funciones, tenemos programas de extensión a comunidades en todo el país. Hoy nos recibió una escuela pública.

Entre paredes deterioradas y una infraestructura deficiente, se asomaban las sonrisas de los niños y jóvenes que esperaban con gran expectativa nuestro concierto. Ver quizá violines, bajos, trombones o instrumentos de percusión por primera vez, es la causa de este gran asombro.

Hoy, sin embargo, en el corazón de nosotros los músicos, se anidaba un sentimiento de nostalgia, sentimiento nacido al conocer que quizá, este sea nuestro último año de vida como Orquesta, que la Benemérita Orquesta Sinfónica Nacional, se encuentra en cuidados paliativos y a punto de morir.

Y no solo la orquesta, sino el Instituto Nacional de la Música, lo que se conocía como el Programa Juvenil, aquel programa que vieron nacer niñas y niños en los años 70. Esos jóvenes que por primera vez se acercaron a un instrumento y que incluso conforman hoy día, años después, puestos como profesores y músicos en la orquesta.

La triste noticia del recorte presupuestario para el próximo año al Centro Nacional de la Música incluye a la Orquesta Sinfónica Nacional y al Centro Nacional de la Música provocando un cierre técnico en la institución.

Parece impensable, la desaparición de la Orquesta Sinfónica Nacional. Hoy es una realidad posible. ¿Como llegamos a esto? ¿Como empezamos a vislumbrar la pérdida de una institución como la nuestra?

Hacía unas décadas que el liderazgo político del país planteaba un estado social de derecho. Vivimos décadas exactamente de eso, un estado abocado a los programas sociales en educación, salud, cultura. Entre las grandes instituciones que se crearon, se fundó la Orquesta Sinfónica Nacional.

El programa Juvenil entonces, fue uno de los primeros en América, modelo copiado por Venezuela y demás países latinoamericanos, un ejemplo para el mundo de paz y democracia. Un país que decidió invertir en educación y cultura o por lo menos esa imagen hemos vendido en el plano internacional hasta ahora.

Hoy, a través de un marcado deterioro en los últimos meses, vemos como ese ideal, esa visión, se va exterminando. En una creciente y marcada disparidad social, el acceso a la educación y a la cultura se ha vuelto más compleja.

A la larga, las manifestaciones artísticas, la educación integral, el acceso a la cultura, lo que es un derecho de todo costarricense, se volverá un privilegio de algunos pocos. Y aquel niño que nació en la pobreza, que necesita de los comedores escolares y que su única oportunidad de escuchar una obra sinfónica es a través de un concierto como el de hoy.

¿Que pasara con él? Se quedará en su triste realidad de paredes rotas y recursos escasos sin un SINEM al que asistir ni una banda a la cual escuchar. Crecerá viendo aquellos otros que si nacieron del lado correcto de la sociedad. Yo no me imagino una Costa Rica así, de hecho, no quiero una Costa Rica así. Yo nací en un estado social de derecho, un país en donde los programas sociales han sido una prioridad.

Pero parece que ya no importan las sonrisas de los niños ni el asombro de un joven al escuchar por primera vez una sinfonía de Mozart. Plagados de problemas sociales, vemos una Costa Rica que se hunde cada vez más en la delincuencia y el desasosiego social, índices altos de asesinatos diarios y un marcado problema con el narcotráfico.

Resulta ser al final del día, que dicha sonrisa vale menos que los dólares que se ahorran al cerrar programas.  Un desarrollo integral de una sociedad no puede ir desligado del desarrollo cultural. Eso lo sabe un gobierno culto. Parece ser que nos quedamos sin tractores y sin violines.