Maria Arnal y Marcel Bagés: «Habrá más revueltas y tendremos que estar preparadas»

04-03-2021
Música
Público, España
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Los músicos Maria Arnal y Marcel Bagés. — Alex Rademakers / FINA ESTAMPA

JUAN LOSA@JOTALOSA

Marcel apura un pitillo y Maria no ve dos en un burro. Se olvidó las lentillas y ahora, dice, apenas intuye bultos. Incluido el periodista. Presentan Clamor (Fina Estampa), su esperado nuevo lanzamiento cuatro años después de aquellos 45 cerebros y un corazón que les situaron en el mapa, en algún punto comprendido entre el folklore autóctono, la arqueología sonora y el pop.

Regresan ahora con un disco que tiende a infinito, un artefacto por el que desfilan meteoritos que se niegan a serlo, sonidos de ballenas, rebaños de cabras y fábulas de otro tiempo. Un trabajo que se expande y que es duelo y celebración, luz y tinieblas, pura tensión entre alzar la voz y callarnos para siempre. O al menos un rato, para escuchar. 

«Es un disco que apela a la capacidad infinita de imaginar, a ser capaces de hacerlo de otra manera, de no vivir cautivos de unos paisajes apocalípticos que al final son super autocomplacientes en términos de especie», suelta Maria en un suspiro. Romper con ese ensimismamiento, explican, pasa por reconocerse en el otro. De ahí surge el Clamor que nos traen Maria y Marcel, un clamor que es, también, pura empatía.

«Es aberrante que alguien entre en la cárcel por unas letras»

Compuesto, grabado y producido entre Barcelona y Atenas junto a David Soler, Clamor sale a la venta este viernes en un contexto de disturbios y tensión callejera a causa del encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. La mirada expansiva del dúo catalán no rehúye el presente, conscientes quizá de que para imaginar un futuro, no se puede obviar el presente.

«Es una aberración que alguien entre en la cárcel por unas letras», despacha Maria como un resorte. «Lo que está pasando evidencia que somos incapaces como sociedad de imaginar algo distinto, es vergonzoso ver que muchos políticos justifican, por ejemplo, el statu quo en asuntos que conciernen a la monarquía», arranca (por fin) Marcel.

Maria Arnal y Marcel Bagés
Maria Arnal y Marcel Bagés.  Alex Rademakers /FINA ESTAMPA

«El otro día escuchaba en un debate a un chico hablar sobre la posibilidad futura de vivir sin Policía, una tertuliana salió al paso diciendo que eso era utópico, y el chico respondió que la utilización de la represión sin que conlleve un delito también es una utopía». Idea, esta última, que Maria recoge y completa: «Nuestra utopía no es naíf, es optimista, creo que todo empieza por uno mismo, deprimidos y tristes cuesta mucho ser creativo«.

«Aquí no hay soluciones mágicas, no es nuestra intención, esto es sólo una invitación a imaginar el futuro a través de la empatía, no hablamos de arcoíris y piruletas, somos conscientes del mundo que habitamos«, remata Maria. Y sí, parece que lo son. No en vano es un disco oscuro, la emoción que contiene no lleva apenas brillo, lo que pasa es que se agarra a la poquita luz que expide, se agarra como si no hubiera un mañana. 

Y es que la pandemia, contra todo pronóstico, no nos hizo mejores. Ellos lo saben. Erigieron su clamor sobre una enorme derrota, aumentada por la soberbia de los que se creían intocables; las miserias del hombre moderno y su voracidad legendaria. Por eso Clamor es también un gran duelo, una composición hecha de campanas que doblan por una pérdida colectiva.

Tras la cura de humildad pandémica, no queda otra que agarrarse a la fragilidad que siempre fuimos. Maria y Marcel le sacan partido a esa caída en desgracia de la única forma posible; sabiéndose insignificantes. «Este disco habla de los cuidados y de una sensibilidad que no tiene nada que ver con esa cosa heroica y egocéntrica, sino que hace de la vulnerabilidad una potencia, tendiendo la mano al otro», explica Maria.

Encomendarse a Clamor no es como encontrar un refugio. Uno no está a salvo en este disco, no esperen cunas. Maria y Marcel exploran un futuro incierto y lo hacen a tientas, aunando voces que imaginan mundos posibles, de la mano de la electrónica y de un proceso creativo en el que han conjugado rondallas con mitologías ancestrales. Clamor es consciente de su pequeñez, y quizá por eso es un disco tan grande. Como dice Maria, «habrá más revueltas y tendremos que estar preparadas», sirvan estas canciones a modo de escudo.