Juan Arvizu: ¿Boleros en diciembre?
Las vidas cruzadas de Juan Arvizu, Agustín Lara y María Antonieta del Carmen Peregrino, Toña La Negra están inscritas en las páginas de una historia musical (mexicana y latinoamericana) que se niega a morir. Todo un tema de resurrección.
Si tomamos en cuenta la importancia de una trilogía mexicana formada a partir de la irrupción de Juan Arvizu en el panorama musical de su país y de América Latina tal vez podamos consustanciarnos con unos extraordinarios boleros para finalizar el año. Es una historia bonita y enriquecedora que nos disponemos a precisar.
Trilogía
Fueron tres muy importantes y unidos aunque nunca conformaron un trío. No se sabrá si se debió a un fenómeno de circunstancias o casualidades o si sencillamente el destino metió su mano para que estas tres vidas no pudieran ser separadas. En cualquiera de los casos el hecho está allí, apuntando con certera luz para el mejor enfoque de la historia de la música popular latinoamericana, en este caso a partir de México.
Despierta ( de Agustín Lara)
Los tres fueron mexicanos; los tres fallecieron un mes de noviembre y los tres se fueron descubriendo en sucesión para la fama y la gloria. Juan Arvizu descubrió y visibilizó el talento de Agustín Lara y posteriormente el llamado “Flaco de oro” descubriría y visibilizaría la magnificencia vocal de Toña, La Negra.
El día en que ella cumplía el tercer aniversario de su partida física, el 19 de noviembre de 1985 (había fallecido en 1982) partió Arvizu, “El Tenor de la voz de seda”.
¿Coincidencias?
Agustín Lara Aguirre nació, como Juan Arvizu, comenzando el siglo XX, concretamente en 1900. Toña La negra nació 12 años después y falleció 12 años después que Lara. Arvizu, el último de los tres que quedaba con vida partió cuando Toña llegaba al tercer aniversario de su partida física. Por si eso fuera poco cada uno hizo aportes sustanciales al mundo del bolero, género musical que en definitiva fue el hilo conductor de estas enlazadas tres existencias.
Arvizu y lo popular del bolero mexicano
Fue el primer latinoamericano en grabar un disco y se convirtió en la punta de lanza con la que el sello RCA Víctor penetró discográficamente en todo el continente.
Surgido musicalmente en escuelas operáticas con las cuales hizo algunas presentaciones, a los 27 años viajó a Cuba integrando una compañía de óperas (la de Pepe Campillo) y a su regreso de la isla cubana su camino musical dio un vuelco.
Damisela encantadora (de Ernesto Lecuona)
En lugar de proseguir la senda de un bolero que se estaba gestando a partir de la ópera se dedicó a cultivar la vertiente popular de este género caracterizada por la inclusión de la percusión afrocubana. El doctor Alfonso Ortíz Tirado es el más claro ejemplo de la vertiente operática del bolero y los temas que interpretó, desprovistos de percusión merecen capítulo aparte en la historia musical romántica del continente. Juan Arvizu se comprometió, en cambio con la rítmica, adornando con ella la tersa sutileza de su voz. Hizo caso omiso de Carusso y Shipa y cerró filas junto a René Cabell.
Al año de haber regresado de Cuba, en 1928 contrató para que lo acompañara a un largo y huesudo músico noctámbulo que tocaba piano y componía canciones románticas. Tal vez, sin proponérselo Juan Arvizu estaba dando a conocer al mundo el extraordinario talento de Agustín Lara.
Farolito (de Agustín Lara)
La primera grabación de Arvizu fue “Varita de Nardo”, de Joaquín Pardavé. Con esa varita abrió las puertas de los estudios discográficos al contingente de latinoamericanos que ya estaba haciendo significativos aportes al mundo de la música.
Arvizu y la radio
No se contentó el Tenor de la Voz de Seda con incursionar exitosamente en el mundo del disco. Entendía que hacía falta un vehículo de promoción que divulgara con mayor intensidad y alcance la creciente producción musical mexicana. Por eso, junto a Gutty Cárdenas se afilió al proyecto de la emisora XEW, que no era la primera ni la única estación radial mexicana, pero estaba comenzando en 1930 con un marcado corte nacionalista, e invitó a Juan Arvizu a abrir las transmisiones. Los programas de aficionados que salían al aire a través de la XEW todavía son objeto de estudio al abordarse la influencia de los medios de comunicación en la sociedad.
Arvizu también llegó al cine, que para 1927 había dejado de ser mudo y contaba con el soporte de la canción y sus intérpretes.. Participó en las películas “Santa” y “Sinceridad” por solo citar dos. En 1935 Juan Arvizu preparó maletas para iniciar su primera gran gira latinoamericana. Llegó a Buenos Aires, donde ya era un ídolo. La agenda contemplaba dos meses en el país del sur, pero ésto de prolongó por año y medio. Posteriormente la experiencia se repetiría. Colombia y Venezuela también estarían en sus periplos. En Caracas participó en numerosos programas radiales y audiciones e incluso llegaría a grabar temas de autores venezolanos.
Pecado (de Bahr, Francini y Pontier)
En algún momento el público le perdió la pista. Estaba en México y observaba como la canción romántica cedía ante el empuje del pop global en su tierra. Guardó silencio. Como él muchos vocalistas hicieron lo mismo. “No te digo adiós- te digo hasta siempre- no hay adiós entre las almas- que se quieren de verdad”
Aporte musical
Aparte de haber descubierto el talento de Agustín Lara, de haber sido el primer latino en grabar un disco y de haber sustentado una emisora nacionalista, para los artistas mexicanos nada más, Juan Arvizu tiene en su haber otros aportes: difundió a compositores de la talla de Federico Baena, María Grever, Bobby Capó, Gonzalo Curiel, Rafael Hernández, Mario Clavel y, por supuesto, Agustín Lara. Entre los temas que interpretó se encuentran María Elena, Santa, Hilos de Plata, Plegaria, Despierta, Damisela encantadora, Novillero, Farolito, Duerme, Azul, Otra vez, No te digo adiós y La Paloma, por solo citar algunos.
Fue uno de los grandes versátiles de la música pues interpretó también rancheras y hasta tangos, sin abandonar su linea romántica. Su particular manera de interpretar se convierte en otro rasgo a tener en cuenta. Su voz de tenor muy bien educada en la ópera siempre fue de un timbre muy dulce, precisamente el que le ganó el apelativo de voz de seda.
Hoy los jóvenes no saben quién fue Juan Arvizu ni qué cantaba. Algunos, más adultos consideran que se olvida porque pasó de moda. Craso error porque en coyunturas musicales como la actual la impronta de Arvizu adquiere otra dimensión.
Con 85 años de edad decidió partir el 19 de noviembre de 1985, justo en el tercer aniversario de partida de Toña La Negra, la que se murió de ternura.
Las vidas cruzadas de Juan Arvizu, Agustín Lara y María Antonieta del Carmen Peregrino, Toña La Negra están inscritas en las páginas de una historia musical (mexicana y latinoamericana) que se niega a morir. Todo un tema de resurrección.