Rafael Correa: «Con el lawfare han demorado la historia, pero no la podrán detener»
El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, cerró en Buenos Aires las «Primeras Jornadas Internacionales sobre Derechos Humanos y Lawfare»con un encendido discurso en el que llamó a «vomitar el pesimismo» y resistir el ataque «contra las democracias». Correa se mostró emocionado al encontrarse en un espacio emblemático como la exESMA por lo que significó el Plan Cóndor para la región, y trazó un paralelismo con el lawfare, al que definió como el «abuso del derecho y el uso de la difamación en nombre de la lucha contra la corrupción para destruir adversarios políticos».
Organizadas por la Secretaría de Derechos Humanos, las jornadas de debate se desarrollaron en el Centro Cultural Haroldo Conti, ubicado en la exESMA. El encuentro final tuvo lugar este viernes, en la Plaza Declaración Universal de Derechos Humanos, y contó con la participación del expresidente ecuatoriano, quien estuvo acompañado en el escenario por el Secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti. También estuvieron presentes el secretario de Justicia, Juan Martín Mena y la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.
Una historia de «gigantes» y «enanos»
La actividad de cierre de estas primeras jornadas internacionales fue al aire libre y abierta al público, acaso un símbolo de lo que se buscaba: socializar los debates y hacer visibles los laberintos del aparato jurídico. Antes de presentar a Correa, Pietragalla definió al lawfare como «los mecanismos que usa el poder real para interrumpir procesos históricos como los que llevaron adelante Lula Da Silva en Brasil, Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador o Hugo Chávez Frías en Venezuela».
A su turno Correa, haciendo referencia a los más de 200 años de historia de Latinoamérica, aseguró: «Para construir se requieren gigantes y siglos, para destruir instantes y enanos». En ese sentido, el expresidente ecuatoriano recordó que «cuando se ha querido cambiar algo en la región, los presidentes han sido asesinados o perseguidos», y se sintió «afortunado porque solamente me ocurrió lo segundo».
A pesar de las dificultades que a lo largo de los años han atravesado los procesos progresistas en la región, Correa llamó a la resistencia y a la lucha citando una frase que le dijera alguna vez el teólogo Hélder Câmara, apodado «Obispo Rojo» por su lucha contra el hambre durante la dictadura militar brasileña (1964-1985): «Vomite el pesimismo». Y así el exmandatario remarcó, ante el aplauso de los presentes, que volvería a intentar cambiar el continente «mil veces».
«Ya no torturan ni matan porque no pueden»
«Néstor (Kirchner) nos decía: sin odio pero con memoria. Ya no enfrentamos la brutalidad del Plan Cóndor, pero sí nuevas y sutiles formas de represión como el lawfare», aseguró quien integra el Grupo de Puebla. En esa línea, Correa recordó que «ya no torturan ni matan, no porque no quieren sino porque no pueden: los adelantos tecnológicos evidenciarían estos crímenes prácticamente en tiempo real».
«Malos jueces cumplen hoy el rol que cumplían los malos militares en los 70», advirtió el expresidente, quien con un dejo de picardía planteó que «mientras más buscan nuestro supuesto dinero mal habido, más encuentran el de ellos, como hemos visto con los Pandora Papers». Se refería de esa forma al presidente Guillermo Lasso, investigado por la Asamblea Nacional del Ecuador debido a su vinculación con empresas offshore cuando era candidato a la presidencia en 2020.
«Ser culpable o inocente será un detalle irrelevante para los jueces que ya no buscan condenar por razones, sino razones para condenar. Porque la sentencia condenatoria ya fue establecida por los medios y la supuesta opinión pública», aseguró Correa, quien cargó fuerte contra los «medios de comunicación hegemónicos» que «se autodefinen como críticos del poder, cuando en realidad lo son tan sólo de los gobiernos progresistas».
«Una sentencia macondiana»
A la hora de referirse a su situación judicial, el expresidente se comparó con Juan Domingo Perón. «Hasta su apellido debía ser borrado del mapa. En mi caso, en la última campaña electoral se prohibió que se utilice nuestra propaganda, mi imagen y mi voz. Algo imposible de creer en el siglo XXI», exclamó. Correa, quien actualmente reside en Bélgica, quiso aclarar que no es un exiliado. «Creí que era conveniente que en 2017 me vaya del país. Luego fuimos traicionados, ya conocemos esa historia», planteó aludiendo al expresidente Lenín Moreno.
Correa recordó que salió de Ecuador sin una infracción de tránsito, pero luego se encontró con una «lluvia de procesos»: 47 penales y 25 civiles. Fue condenado «por supuestamente dirigir una organización criminal dedicada a los sobornos», aunque asegura que «como no tenían prueba alguna, pusieron en la sentencia que todo lo hice por ‘influjo psíquico'»: en resumen, la define como «una sentencia macondiana».
Correa insistió en que, de no haber sido perseguido por la justicia ecuatoriana que le impidió ser candidato, Lasso jamás hubiera sido presidente. Y sobre Brasil esbozó una idea similar: «Cuando un juez corrupto y politizado como Sergio Moro metió preso a Lula, no sólo le robaron la libertad a Lula, le robaron la democracia a Brasil«.
En el cierre del acto, Pietragalla le hizo entrega a Correa de la mítica foto en la que el expresidente Néstor Kirchner ordena bajar los cuadros de los genocidas del Colegio Militar. Minutos antes, el expresidente de la Revolución Ciudadana» había elegido despedirse mirando al edificio que décadas atrás fuera escenario de la barbarie argentina: «Con el lawfare han demorado la historia, pero como lo muestran nuestros mártires de la ESMA, no la podrán detener».