Municiones sumergidas en lagos suizos vuelven a generar controversia
En Suiza, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, miles de toneladas de municiones y otros explosivos fueron lanzadas en los lagos. Aunque el ejército local renunció hace años a recuperar el material sumergido, en el último tiempo el problema volvió a ser motivo de debate en Ginebra debido al descubrimiento en el lago Lemán de una serie de cajas resquebrajadas.
Según las autoridades de Suiza, en el siglo pasado, para librarse de esas armas tras explosiones en algunos almacenes, el ejército sumergió más de 8,000 toneladas de municiones en los lagos Thun, Brienz y Cuatro Cantones, en el centro del país, en aguas más profundas y con menos movimiento que las de Ginebra.
«Se trata principalmente de bombas de aviación, granadas, cartuchos usuales y residuos de explosivos», detalló una vocera del departamento federal de Defensa, Mireille Fleury. Los objetos están recubiertos por una capa espesa y creciente de sedimentos, algo que según los expertos descartaría posibles peligros o impactos negativos en el agua.
En Ginebra, sin embargo, buzos de la organización francesa Odysseus 3.1 encontraron en 2019 algunas cajas resquebrajadas con municiones a 50 metros de profundidad. «A partir del momento en que estas municiones no están recubiertas por sedimentos y de que nos encontramos en aguas poco profundas, podemos imaginar razonablemente fenómenos de corrosión más importantes» que en el resto de los lagos suizos, advirtió a el geólogo Jacques Martelain.
Por eso, en las próximas semanas, las autoridades ginebrinas lanzarán operaciones para hacer el inventario de este arsenal que duerme desde hace décadas en el fondo de este emblemático lago, el más grande en los Alpes. «En otoño, vamos a probar las técnicas de localización. Vamos a detectar masas metálicas desde barcos que van a usar sondas sumergidas», detalló Martelain.
La búsqueda se desplegará en primer lugar en una zona de poca profundidad, de 50 a 100 metros. Será en función de los resultados de estas investigaciones técnicas y del estudio de riesgo que Ginebra decidirá si recupera o no las municiones.
Como en Ginebra no fue el ejército quien sumergió las municiones sino la empresa de armamento Hispano-Suiza, las autoridades intentarán determinar si alguna normativa de la época podría llevar a esta empresa a pagar parte del saneamiento que debe realizarse.
«La única solución es un saneamiento completo»
Análisis efectuados a principios de los años 2000 por el departamento federal de Defensa estimaron entre 150 y 1,000 toneladas el peso del material sumergido en Ginebra, aunque no pudieron determinar su localización exacta ni su tipología.
«Hay, en principio, bombas y obuses, y probablemente municiones para fusiles», mientras que algunos evocan la presencia de bombas de fosgeno, un gas mortal, dijo Martelain.
La exdiputada ginebrina, y también buceadora, Salima Moyard, batalla desde hace años para que la ciudad se ocupe de la cuestión. «La única solución viable a largo plazo es el saneamiento completo, total«, afirmó.
«Hay individuos que podrían plantearse el pequeño reto de ir a buscar las municiones para ponerlas junto a su chimenea. Esto puede ser verdaderamente grave: para las propias personas, para los vecinos, para el medioambiente», alertó la especialista.