La contundente victoria de Morena y López Obrador que puso al dinosaurio priista rumbo a su extinción
El domingo hubo elecciones estatales en México, donde fueron llamados a las urnas casi 12 millones de ciudadanas y ciudadanos para elegir seis gubernaturas, 39 alcaldías y un Congreso estatal en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Dos cuestiones llamaban la atención previamente a la jornada electoral: la posible violencia en lugares como Durango y Tamaulipas, donde el narcotráfico y el crimen organizado tienen el control de zonas completas, y por otra parte saber cuántas gubernaturas más tendría Morena, el partido del presidente López Obrador.
Al final del día, Morena se alzó con el triunfo en cuatro de las seis gubernaturas (Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas) y es el gran ganador de la jornada electoral, al sumar cuatro entidades que estaban en manos de la oposición a sus filas y tener ahora 22 gobernadoras y gobernadores (incluyendo dos entidades aliadas) de 32 de cara a las elecciones presidenciales de 2024. En Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo la diferencia fue de entre 30 y 40 puntos porcentuales. Una paliza a la oposición.
Para la oposición casi todo fueron malas noticias. Mientras cotidianamente esgrimen un discurso sobre el malestar del pueblo de México contra el Gobierno de López Obrador, la realidad los aterriza abruptamente. Pierden gubernaturas al por mayor, incluso en lugares donde nunca había alternancia, como es el caso de Hidalgo, que tras 93 años será gobernado por otro partido distinto al PRI.
Es decir, el partido de Estado que dominó todo el siglo XX llegará al 2024 sin ninguna gubernatura y con un porcentaje de votación a nivel nacional que rondará el diez por ciento. Esto no ocurrió la primera vez que perdieron la presidencia de México en el año 2000, porque el PAN trabajó de la mano con el PRI y eso le permitió su supervivencia. Pero no más. El dinosaurio priista está en un proceso de extinción que ya es irreversible; en diez años es probable que el PRI ya no exista ni siquiera como instituto político.
En cuanto al tema de la violencia, afortunadamente, no hubo situaciones graves que reportar. En Durango y Tamaulipas, que eran los focos rojos, la jornada no transcurrió en una paz completa, pero los incidentes fueron aislados y no de la gravedad esperada.
Por otro lado, el triunfo de dos mujeres en estas elecciones eleva a nueve el número de gobernadoras en el país, lo que representa casi un 30 %. Se trata de un avance muy significativo en los últimos cuatro años y que revela que en México ya están dadas la condiciones para que el país siga avanzando en la equidad de género y la paridad política, y porque no, para que tenga una mujer presidenta en un futuro muy cercano.
En términos generales, Morena ha dado un paso más en su camino por retener la presidencia de México en 2024 ganando en la mayoría de los estados que hubo en competencia y que no gobernaba. Además, con los muy probables triunfos en Coahuila y Estado de México, llegará a 2024 con el 75 % de las entidades federativas bajo su mandato.
El bloque opositor debe de hacer un acto de reflexión y autocrítica sincera. Si sigue por la vía de descalificar a López Obrador como un populista y a sus votantes como ignorantes o estúpidos seguirá perdiendo alcaldías, municipios, diputaciones, gubernaturas y, por supuesto, la presidencia del país. Mantener los ojos cerrados ante una realidad innegable únicamente los está evidenciando en su clasismo y racismo y en su menosprecio al grueso de la población mexicana. Los evidencia como unos antidemócratas que no conocen el país ni a la gente que pretenden gobernar.
Todavía hay dos años para las elecciones presidenciales de México en 2024, pero actualmente Morena se sigue viendo como amplio favorito para repetir la victoria que llevó a López Obrador a la presidencia en 2024.
Tal vez la única duda es el proceso de conciliación que debe haber entre el partido político (Morena) y el movimiento social (el obradorismo) para que el triunfo sea de manera contundente.